Hereditary es lo más estimulante que nos regaló el cine de horror este año. Una verdadera pesadilla llena de terror emocional que retrata el dolor de la pérdida y la muerte de la familia americana. ¿Te atreves a adentrarte en ella? Conoce con nosotros las razones por las que es una gran película.
PD: Todos nos volvemos un poco explotativos a veces.
viernes, 26 de octubre de 2018
sábado, 20 de octubre de 2018
Reseña: Halloween (2018) - Las mil ideas sobre Michael Myers
Halloween (1978) representa el
auge creativo más importante dentro del subgenero del slasher. El clásico de
John Carpenter desató el boom de un movimiento del cine de terror
que consistía en adolescentes siendo masacrados por alguna figura enmascarada.
La producción de estos filmes explotativos se detonó de tal modo que en cierto
momento de los 80’s se estrenaba al menos uno cada fin de semana. Con Halloween
nacieron exitosas franquicias como Friday
the 13th, la cual comenzó en su primera entrega como un simple plagio de Halloween y posteriormente fue
evolucionando a algo distinto en sus diferentes secuelas; A Nightmare on Elm Street, franquicia que lleva el slasher a un
terreno sobrenatural con su propio derecho a existir y cuya primera entrega es también
un clásico; y Scream, la cual comenzó
homenajeando directamente las bases de la propia Halloween, diseccionando y
parodiando el slasher.
Halloween del ’78 es una anomalía dentro
de un género poco respetado dentro del cine y que con el paso del tiempo
simplemente ha logrado sobrevivir por su amplia cantidad de fanáticos. La
Halloween original se hizo con muy poco dinero (300 000 dólares para ser exactos)
y de algún modo esto permitió a los creativos detrás del filme concentrarse en los
aspectos técnicos del proyecto y no en explotar los aspectos gore como cabría esperar. Esto dotó a la
historia de un minimalismo que terminó siendo todo un ejercicio cinematográfico:
Un clásico del cine que ha mantenido el estatus con el paso del tiempo. Lo que
es Blade Runner para la ciencia ficción
y Taxi Driver para el cine negro lo
es Halloween (1978) para el cine de
terror. La Halloween original es cine hecho y derecho que toma como base una
premisa muy simple y la convierte en magia. La simple historia de Michael
Myers, un asesino prófugo acechando niñeras, se vuelve arte. A diferencia de
sus imitaciones y secuelas, la película no tiene las pretensiones explotativas
que tanto desgastaron el género.
Halloween, como
muchas otras franquicias, ha sido terriblemente sobreexplotada a través de los
años con muchas secuelas.
Halloween ll (1981) retoma
inmediatamente los hechos de la cinta original y cuenta con Carpenter de vuelta
escribiendo el guion. Si bien mantiene cierta clase retomando los planos
secuencia de la original y mostrando una Haddonfield –ciudad ficticia donde
transcurren la mayoría de las cintas de la franquicia- en pánico tras los
hechos de la película anterior, la secuela decepciona al no estar a la altura.
La Halloween original bebe del trabajo de Hitchcock y Dario Argento,
representando una transición generacional y una nueva oleada para el terror. Halloween ll bebe de Friday the 13th y del slasher ochentero
presentando todo los cliches que no tardarían en demeritar al género.
Halloween:
H20 (1998) retoma al personaje original de Jamie Lee Curtis, Laurie
Strode. La cinta no cuenta con ningún involucramiento de John Carpenter pero si
es sinónimo del cine de terror de que fue tan popular a finales de los 90’s.
Kevin Williamson (Scream, The Faculty)
entra al quite y hace suya la cinta retocando el guion y convirtiéndola en una película
más de terror adolescente con poco que rescatar salvo el hecho de que es más
entretenida que algunas de sus antecesoras.
Halloween
(2007) representa un reboot de la franquicia, ahora liderado
por el director Rob Zombie (House of 1000
Corpses). Esta nueva propuesta oscura e hiperviolenta presenta una malograda
e innecesaria historia de origen para el personaje de Myers. Posteriormente
recrea los eventos de la película original con más pena que gloria. La visión de
Zombie fracasa en un convulso choque de sus
pretensiones estéticas y su labor para intentar complacer a los fans, lo cual
solo deja a relucir sus limitaciones como realizador. Halloween ll (2009) es una secuela que vuelve con Rob Zombie tras
la cámaras y es, a juicio de quien escribe, ligeramente superior su antecesora,
al menos en el sentido de que esta vez el director no compromete su visión y va
a full con lo que quiere contar,
guste o no. El resto de
secuelas van desde lo irrelevante a lo brutalmente infame. En estos 40 años
ninguna de sus ocho secuelas ni sus remakes ha estado considerablemente a la
altura de lo que John Carpenter y Debra Hill concibieron en 1978… Hasta ahora.
Halloween (2018) se expone vilmente
desde su incepción. Trae de vuelta una vez más a Laurie Strode interpretada por
Jamie Lee Curtis y altera (por cuarta vez) la continuidad de la saga, esta vez
tomando en cuenta solo la película original de 1978 y lanzando esta propuesta
como una secuela que sucede 40 años después, un movimiento lógico después de un
montón de horribles secuelas y versiones que definitivamente parecían tener
poca compresión y respeto por el filme original. Esta nueva Halloween está a
cargo del director David Gordon Green (Stronger),
un cineasta poco familiarizado con el género del terror y que inyecta de su
personalidad a la cinta, al mismo tiempo rindiendo tributo a los orígenes de la
saga.
Esta vez nos
encontramos a una Laurie Strode cuarenta años más tarde, quien ha quedado traumatizada por los hechos de la primera
película, al punto de haber perdido a su familia para refugiarse en una “jaula”
con un arsenal de armas que espera utilizar cuando Michael Myers vuelva por ella
y así acabar con esta larga apuesta de vida o muerte de una buena vez. Michael
Myers lleva institucionalizado 40 años desde que lo vimos en la primera película…
pero bueno, es Halloween y ya sabemos lo que está por suceder.
La película tiene
en su primera parte una calidad de realización que la lleva lejana del mar de clichés
de todas estas décadas de deficientes secuelas. El guion de Danny McBride y
David Gordon Green sitúa el trauma de tres generaciones de Strode en un
contexto donde el panorama de la agresión y la violencia han cambiado a través del
tiempo. David Gordon Green parece deliberadamente no tomarse en serio el hecho
de que estamos ante un filme de terror y al igual que la cinta original presenta
a los personajes con gran naturalidad. La película tiene un par de bellas
secuencias que humanizan al personaje de Laurie Strode, algo que el resto de
secuelas nunca intentaron o fallaron miserablemente.
Es cuando comienza
la masacre el momento en el que la película cae a lugares más comunes y
confortables. Es mucho más violenta que la original, cuenta con comic relief marca de la casa de sus
escritores y probablemente la película toma decisiones cuestionables; tal vez típicas de un
género que disfrutamos tal y como es. La gran diferencia aquí es que la
Halloween del 2018 tiene algo más que decir que simplemente mostrar otra
masacre.
Si bien la Halloween
de Carpenter tiene la importancia histórica mencionada anteriormente, nadie
puede negar que en su momento pusiera en auge el exceso de un género que jugó a
trivializar la violencia por décadas. Mujeres castigadas brutalmente por su
promiscuidad sexual. El papel de la final
girl virginal y recatada enfrentando al villano al final de la película.
Estos conceptos fueron retomados por cientos de cintas, poco a poco olvidando
la asertividad que hizo sobrevivir a un personaje como Laurie Strode para
convertir a los personajes femeninos en simples vehículos de entretenimiento masculino.
Esto ha generado gran cantidad debates acerca de la presunta misoginia que
envuelve al género. Este asunto fue retomado brillantemente por Scream en 1996, convirtiendo aquella
saga en un escarnio del género, pero el tiempo ha pasado desde aquel momento. Con
películas como Saw (2004), Hostel (2005) y el propio reboot de Halloween (2007), el slasher evolucionaba
hacia un torture porn en el que las escenas ahora eran más gráficas y
brutales. La trivialización de la violencia de pronto dejó de importar en un
mundo post-Columbine y post 9/11 ¿Qué más da ahora el mostrar a una joven
siendo brutalizada en cámara? Sin avisar, la realidad se volvió mucho más aterradora
hasta llegar a nuestros días y todas las franquicias fueron perdiendo
relevancia cuando se llegó a la innegable conclusión de que el verdadero terror
está allá afuera y no en una película. La realidad que se ve en internet es más
aterradora que algo fabricado en estudio de cine. Las generaciones cambiaron a
tener la violencia al alcance de la mano. La violencia del cine de terror se convirtió
solo en un concepto de un pasado inofensivo y arcaico. Michael Myers se convirtió
en “solo” un icono. Michael Myers es ahora la idea de un millennial que
consigue aquella vieja cinta de Halloween para burlarse de cuan pobremente ha
envejecido y lo falsa que se ve la sangre. Es la idea de un hombre que sigue disfrutando
la violencia en las cintas de horror añejas con las cuales creció. Es la idea
de una mujer señalando a la menor provocación la violencia de género en cosas
que antes parecían inofensivas. Es la idea de un simple rostro en blanco que no
dice nada, algo que Carpenter puso su esfuerzo en lograr en esa primera película
y que las secuelas posteriores se esforzaron en denostar dándole una motivación
al personaje. Es la idea del Dr. Loomis, describiendolo como alguien que no conoce el sentido de la
vida o la muerte, un rostro de pura maldad.
Posibles spoilers a partir de aquí
Algo que la
Halloween de Gordon Green hace muy bien es retratar la violencia en todas sus
partes. Scream era una deconstrucción del género
de terror, Halloween (2018) deconstruye la violencia en la era Trump, la idea
más aterradora: Un mundo que ha cambiado y ha perdido su capacidad de sorpresa
ante la violencia. Michael Myers se convirtió en todo este tiempo en la idealización
de muchas personas. La película desmitifica apropiadamente a la figura de
Myers: Las tomas que se le hacen muestran a un ser humano; un agresor motivado
por maldad absoluta pero que así como es capaz de matar también puede ser
matado. Gordon Green presenta personajes con su propia idea sobre Michael Myers,
los cuales tambien generan su propia violencia: Para el grupo de reporteros que
aparecen en el inicio de la cinta es la curiosidad de saber que hay detrás de
este personaje desdibujado, una idealización brutalmente ambiciosa y arribista de
lo que Michael debería ser y un concepto que queda muy bien retratado justo antes
de que arranquen los créditos iniciales. Para el Dr. Sartain la idea de lo que
es Michael definitivamente representa la violencia más común, esa compulsión por
conocer sus motivaciones, de utilizar a los personajes como simples peones para
ser destajados y que de esa manera puedan cumplir su función: Elevar a Michael
Myers y brindar un atisbo de esclarecimiento sobre lo que hay detrás de su
persona. No muy diferente de lo que puede ser un espectador de terror promedio.
Uno se pregunta si el Doctor Loomis no hubiera caído eventualmente en algo así después
de tantos años de obsesión. Finalmente para Laurie Strode la idea de Myers es
un círculo que debe ser cerrado, un ser que marcó su existencia y que debe morir
para que ella pueda finalmente recuperar las riendas de su vida. Llamen a esta película
un canto al empoderamiento femenino. Llámenla un homenaje al clásico de Carpenter
o un festín sangriento y entretenido… Yo lo llamo un acto de conciencia
necesario que redime el slasher y que abre la puerta a excitantes nuevas posibilidades
dentro del género. Por fin Halloween tiene la secuela que se merece.
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