jueves, 6 de diciembre de 2018

American Horror Story: De la peor a la mejor temporada


Por Carlos Montenegro

Este ranking es puramente subjetivo pero tiene la bondad de contener bases claras del porque unas temporadas son mejores que otras. En general esta serie de antología ha pasado de ser un estimulante y estético canto al horror en todas sus formas a ser un puto desastre narrativo que si bien sigue teniendo cualidades redentoras fracasa estrepitosamente a la hora de llevar a buen puerto cada temporada. Este tipo de decadencia suele ser marca de la casa Ryan Murphy (Glee, Nip/Tuck, American Crime Story), rey midas de la televisión actual cuyos productos de ficción suelen menguar tras un par de grandes temporadas. Vamos en este ranking de la peor a la mejor. Damos por sentado que quien lee tiene un contexto mínimo acerca del concepto de esta serie con ya ocho años a cuestas

8. Temporada 4: Freak show

La temporada que marca de algún modo el final de una era en AHS. Jessica Lange abandona la serie tras cuatro años, pegándole a la antología un golpe del que jamás logro recuperarse realmente. Lange se va, no en el punto álgido de la serie, sino en la primera temporada que honestamente deja a relucir todo lo malo del concepto detrás de la serie de Ryan Murphy. Esta historia de un circo ambulante ubicada en los 50’s otorgó al canal FX algunas de las mejores audiencias en la historia de la serie además de tener mucha más notoriedad que otros ciclos al ofrecer atrevidos estímulos visuales y shockeantes que al final resultaron ser su perdición haciéndola caer en un mar de simplones excesos. “Freak Show” es el único de los ocho años en el que al final uno se puede preguntar con seguridad “¿Qué mierda está pasando?”, y no es por la excentricidad en sus tramas sino porque se nota vilmente la pobre labor de los guionistas otorgándole más peso a escenas wtf y momentos shockeantes que a construir una narrativa coherente. En Freak Show no sabemos que mierda sucede porque nada tiene importancia, los personajes solo están ahí como peones para terminar sufriendo una muerte violenta donde la resolución es lo que menos importa. Las tramas, si es que podemos llamarlas así, son solo viñetas y meros pretextos forzados que así como llegan también desaparecen sin conducir a ningún lado. Esta fue la temporada que de algún modo desenmascaró a AHS con el gran truño que es: Un concepto brutal que sabe venderse excelentemente pero con un tufillo a tontería inmediata para quien sabe ver solo un poco más allá de la mercadotecnia y la explotación de lo retorcido.
Glee estaba en pleno apogeo en aquellos años así que a Ryan Murphy se le ocurrió meter ridículos musicales ayudando a convertir todavía más a Freak Show en un programa de variedades. El episodio “Orphans” de esta temporada regresa al escenario de la temporada 2 y representa la primera conexión explicita entre temporadas, es también el único gran episodio de ese año.

7. Temporada 6: Roanoke

Para esta temporada en AHS aplicaron la de renovarse o morir, cambiando el concepto de la serie a un enigmático formato que va mutando cada cierta cantidad de episodios. La serie se convierte en una especie de mockumentary o falso reality show que narra las desventuras de una pareja que se muda a una casona en un bosque embrujado. Lo que podría parecer en un principio como un concepto poderoso no tarda en convertirse en un infame festín de explotación realmente tonto, más parecido a un slasher convencional de la peor clase que a una temporada de AHS. De algún modo este cumulo de fantasmas vengativos y bajezas televisivas resulta divertido. Entretenimiento hueco. No mucho más que esperar.
El final de esta temporada deja ver nuevamente a uno de los personajes más emblemáticos de la temporada 2. Triste el hecho de que el episodio no esté a la altura.

6. Temporada 7: Cult

Parece que con el paso de los años Ryan Murpy y compañía se decantaron por convertir AHS en una comedia negra que parodia distintos ámbitos de la sociedad. Poco que ver con el concepto inicial de las primeras temporadas que jugaba sus cartas de comedia más inteligentemente mezclando su vena cómica y bizarra con tramas mucho más maduras y mejor hiladas. Cult es un escarnio de la sociedad en la era Trump. Del miedo. De los extremismos. De la adoración enfermiza. Esta temporada nos sitúa en un barrio residencial presentándonos a una joven pareja y su pequeño hijo, quienes se verán acechados por un culto obsesionado con el recién electo presidente Donald Trump.  Cult es un verdadero desastre en términos narrativos pero tiene un mérito importante: Es una historia que se sostiene por sí misma. No recurre a otras temporadas para ayudarse. Si bien es una historia bizarra y llena de excesos, en ningún momento recurre a lo sobrenatural, a diferencia de los otros siete ciclos. También es interesante ver la recreación de algunos de los más famosos asesinos en masa de la historia. Fuera de ahí Cult es bastante predecible y pretenciosa en sus intenciones, la ficción no tarda en volverse aburrida e impetuosa, tan pesada que cuesta durar hasta el episodio final, el cual es francamente malo y no ofrece recompensa alguna por la paciencia.

5. Temporada 8: Apocalypse

La temporada que se vendió como un crossover entre las temporadas 1 y 3. Me pasa algo con la más reciente temporada de AHS: Ha logrado sorprenderme y que recupere la fe en el concepto en varios momentos. Ofrece un planteamiento más interesante, la historia muta a algo mejor después de un par de dubitativos episodios, trae de vuelta escenario y personajes emblemáticos de otras temporadas y, más importante aún,  trae de vuelta a Jessica Lange después de casi cuatro años de ausencia. Francamente el 60% de Apocalypse me parece bastante meritorio, por ello es triste ver como los cuatro episodios finales vuelven a dejar bien claro lo que es realmente American Horror Story: Un concepto llamativo pero muy hueco. El tramo final de esta temporada me parece la mierda más nefasta que le ha pasado a los ocho años de esta serie, y miren que en los últimos años hay amplio material para elegir. Esta historia del anticristo y el fin del mundo ha resultado ser una verdadera tomadura de pelo inexcusable cuyo último tramo echa sin tapujos a la basura todo lo bueno que había construido hasta el momento. El Episodio 6 es un sentido y estupendo homenaje a los orígenes de la serie que trae de vuelta los protagonistas de la temporada 1 y que les da una especie de final con la dignidad que les fue negada en su momento. Jessica Lange le otorga mucha clase a Apocaypse en sus pocas apariciones y eleva el material a otro nivel. Una lástima que se haya alejado, pero bueno, después de ver resultados como estos se entiende. Triste el hecho de que los guionistas se avienten finalmente la peor atrocidad narrativa que he visto en mucho tiempo en un producto de ficción.  Apocalypse favorece el complacer patéticamente al fandom de la serie en lugar de crear una historia mínimamente coherente. ¿Y ese villano que parecía atemorizante en un principio? Mejor no hablamos de ello.

4. Temporada 3: Coven

Esta temporada podría ser la única historia que existiera de ser por millones de fanáticos. La historia de una escuela de brujas en Nueva Orleans trajo nuevos aires a la serie después de un par de temporadas mucho más serias. Este ejercicio kitsch y de efectismo puro y duro contiene todo aquello que al final echaría por la borda a AHS, pero al mismo tiempo es la que mejor sabe aprovecharlo. Los personajes están muy bien construidos y está plagada de momentos geniales, lo cuales son realmente escasos últimamente. La adición de actrices como Emma Roberts, Kathy Bates y Angela Basset también marcó pauta en todo lo que identificaría a AHS por los próximos años.




3. Temporada 5: Hotel

Yo defiendo a Hotel como probablemente muy pocas personas lo harían. Esta fue la temporada inmediata a la salida de Jessica Lange de la serie. Nadie daba un duro por AHS para este momento. La inclusión de Lady Gaga como protagonista parecía hacer enojar a muchas personas pero finalmente la cosa acabó mejor de lo esperado. El personaje de Lady Gaga no fue la protagonista aunque el concepto ese año se vendió como tal. Entre el hecho de que Ryan Murphy estaba produciendo al mismo tiempo la primera temporada de American Crime Story y otros compromisos del elenco, tanto la influencia de Murphy en la serie como los personajes de actores como Sarah Paulson y Evan Peters se vieron reducidos drásticamente comparados con otras temporadas.  Eso le permitió a esta temporada respirar mejor con un elenco más coral y una gama de personajes más diversa que, a juicio de quien escribe, la convierte a en lo más infravalorado que ha salido de este universo de horror. La historia de un hotel embrujado y un asesino en serie relacionado con el lugar nos hace participes en un cumulo de hilarantes excesos y licencias estéticas que logran colocar triunfantemente a American Horror Story como un producto pop, justo lo que otros ciclos han querido hacer demeritando la historia en el proceso. Esta quinta temporada se burla genuinamente de sí misma y al mismo tiempo lograr recuperar un poco de esa mesura de los primeros años. Es también la primera temporada en la que los actores interpretan a más de un personaje en el mismo ciclo, acto que se repite hasta la fecha cada año. Incluso el final es uno de los más satisfactorios que ha dejado la serie ¿Por qué no quiere el mundo a Hotel?

2. Temporada 1: Murder House.

Cuando conocíamos a todo esto simplemente como American Horror Story. En 2011 AHS no era una antología. La serie se presentaba como la historia de una familia con  muchos problemas que llega a una casa embrujada en Los Angeles, en la cual se han cometido una serie de abominables crímenes a través de los años. No sabíamos que la serie terminaría en el episodio 12 y el próximo año pasaría a contarnos una nueva historia con parte del elenco encarnando nuevos papeles. Esta temporada dio forma a la serie.  En su primer año AHS representaba uno de los productos más estimulantes de esta nueva era dorada de la televisión. Esta mezcla osada y onírica planteaba una sociedad horrible y disipada emocionalmente, la cual no cambiaba demasiado al morir. Llena de humor negro y escenas intensas que rebozaban creatividad, esta primera iteración de AHS estaba más cerca del trabajo de David Lynch que de ser la hermana negada de Pretty Little Liars en la que se ha convertido en estos últimos años. Siempre recordaremos ese primer año con especial cariño.

1. Temporada 2: Asylum

Después de todo lo dicho previamente puedo agregar simplemente algo más: Si no hubiera existido nada de lo anterior y solo tuviéramos estos 13 episodios que conforman la segunda temporada entonces estaríamos hablando de la mejor miniserie del género de horror que ha dado la televisión americana. Asylum otorga a AHS el derecho a existir por sí misma y es una pena que después no hayan podido al menos acercarse a la calidad mostrada en este segundo año. La historia de un manicomio en los 60’s nos presenta un mundo lleno de secretos y diversas representaciones del horror que cruzan el pasado con el presente. Esta temporada utiliza herramientas de ficción para representar los verdaderos horrores del ser humano, personificando perfectamente lo que AHS debería haber sido. Sin duda alguna es la historia más madura de los ocho años. No se queda con un solo tipo de horror ni se esfuerza en explicarlos de manera torpe, como lo han intentado hacer fallidamente muchas de las temporadas más recientes. Asylum en cambio muestra orgánicamente como los personajes van evolucionando debido a los diversos horrores que componen su existencia en este manicomio; los personajes son la base de la obra, no el efectismo. La temporada introduce a Sarah Paulson como actriz regular, quien ha sido marca de la casa desde entonces. Asylum está filmada elegantemente. Está llena de momentos memorables que colocan la serie en su punto más álgido a nivel creativo. Una historia de horror para adultos y una verdadera joya televisiva.







domingo, 4 de noviembre de 2018

Un extraño enemigo - La mejor serie producida en México y la vergüenza de Televisa


Por Carlos Montenegro

Esta es. Si eres un espectador justamente fustigador con las horrendas y mediocres producciones que se hacen en el país entonces esta es la serie de televisión que tienes que ver. Si vas a ver una sola serie mexicana en tu vida entonces deja que sea esta.  Esta es la serie mexicana, la producción que puedo decir libre de prejuicios que no le pide nada a ninguna serie premium extranjera. Un Extraño Enemigo es una producción de primer mundo, realmente la primera que logra genuinamente este nivel en México.

Esta serie de ocho episodios nos sitúa en los confusos tiempos del movimiento estudiantil de 1968, alcanzando  justamente la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre.  Esta mezcla de ficción con narrativa verídica sigue al Comandante Barrientos (interpretado soberbiamente por Daniel Giménez Cacho), personaje basado libremente en Fernando Gutiérrez Barrios, un hombre brillante con un lado sumamente oscuro que busca expandir su poder durante un año electoral crítico en México ¿Y cómo lo hace? Manipulando el movimiento estudiantil para posicionar a Luis Echeverría como próximo presidente de la república.

La serie gira alrededor del personaje de Giménez Cacho, presentándonos un elenco coral que incluye a la propia familia de Barrientos, los miembros del movimiento estudiantil y el sistema político de un país gobernado por Gustavo Díaz Ordaz.  El director y guionista Gabriel Ripstein (600 millas) entrega una ficción con actores muy bien dirigidos y caracterizados,  interpretando personajes que realmente no siguen un arco claro sino que sirven para mostrar los entresijos del poder en ese momento sociopolítico. Vemos desfilar a un montón de buenos actores que se pueden reconocer de otras interesantes series, aquí lo hacen con papeles muy pequeños, casi como si esto fuera el resultado final de muchos años de ejercicio para hacer una mejor televisión.

La ambientación sesentera es muy fresca. La manufactura de la serie es impecable. Esa dualidad entre la historia política y la narrativa de personajes está bien llevada. Recuerda al cine más político de Felipe Cazals o Arturo Ripstein (padre del director y también actor en la propia serie). El guion tiene sus problemas, sobre todo visibles en los últimos episodios. No podemos saber qué es lo que realmente ocurrió aquel año, por lo cual al final  buena parte de la historia termina siendo algo simplista y gratuita, sobre todo si hablamos del personaje de Barrientos y su papel “clave” detrás de todos estos actos deleznables. Al final esto termina siendo una especie de ficción trivializada de México del ’68, justo como Narcos lo hizo con la Colombia de los ochentas avasallada por el terror de Pablo Escobar. Creo es justo así como Un Extraño Enemigo debe percibirse.

Un Extraño Enemigo es una serie de Amazon Prime, pero en realidad quien la produce es nada más y nada menos que Televisa. Una decisión a lo sumo cuestionable para una empresa que ha sido señalada como un imperio de medios al servicio del poder por muchos años, callándose buena parte de lo sucedido en ese evento. Realmente en la entrada de cada capítulo vemos desfilar varios nombres aterradores que fungen como productores y que no muchos podrán olvidar al juzgar el producto, y probablemente llevan algo de razón. La serie si muestra como la prensa estaba patéticamente a los servicios del poder, pero convenientemente no habla demasiado acerca de la televisión. Si Televisa tal vez creyó tener una deuda con la historia seguramente debió haber hecho algo  más que un producto de ficción para conmemorar los 50 años de la matanza. Si estos ya son otros tiempos más abiertos ¿Por qué no ser más honesta y mostrar sin reparos en algún documental lo que se ocultó en aquel año?

Es también curioso como la televisora que ahora ha hecho la serie mejor producida del país lleva también la penitencia de tener incontables porquerías en su haber, las cuales se llevan produciendo sin ningún reparo hasta el día de hoy. En cuestión de series, Televisa tiene actualmente en su haber un montón de formatos infames que se estrenan sin pena ni gloria, casi como si quisieran quitárselos de encima. ¿Por qué no estrenar Un Extraño Enemigo en algún medio de Televisa? Creo que la razón es muy simple: Televisa se avergüenza de sí misma, sabe del odio que ha generado por décadas enteras y la poca credibilidad que tendría para estrenar un producto de estas características dentro de su propia casa. Por eso mejor opta por usar otras plataformas en las cuales su  producto pueda tener alguna posibilidad de sobrevivir, y eso es lo que seguirá haciendo, produciendo ficción  tanto para Amazon como para Netflix, porque además ya nadie se acuerda de una cosa llamada Blim, a ese chiste ya se le acabó la gracia ¿Qué nos dice este discurso de la propia televisa?

Es importante echarle un ojo a Un Extraño Enemigo, independientemente de donde venga. Uno podría pensar que no son los ejecutivos los responsables de una ficción sino los creativos que de verdad se involucran en su ejecución. En este caso no sabemos para donde mirar. Lo que sí sabemos es que el resultado en cuestión de producción es espectacular. Juzguen ustedes mismos.


sábado, 3 de noviembre de 2018

Reseña: Bohemian Rhapsody - Épico retrato musical

Por Carlos Montenegro

No se cuanta relevancia pueda tener otra opinión más sobre lo que es ya una película inmensamente popular, lo que si tengo claro es que no puedo concebir que pueda haber una sola persona que no encuentre algo de amor en Bohemian Rhapsody, el controvertido biopic de Freddie Mercury que parece haberse convertido en una de las películas más populares del año muchos meses antes de su estreno.

Probablemente pueda aportar más a cualquier persona contando las razones de porque no esperaba mucho de esta película. Conforme fue avanzando su producción puedo decir que el hype no me atrapó como a muchas otras personas. Cuando algo funciona en Hollywood tiende a replicarse la formula una y otra vez hasta el cansancio. No me gusta que se juegue a retratar leyendas de la música porque realmente la ficción en estos casos nunca estará a la altura de la realidad. Si admiro a una figura musical me gusta conservarla en mi ser como la figura inmortal que es. Me gusta que su arte hable por ella. No quiero que después de tantos años un producto de ficción chapucero otorgue a la gente la perspectiva personal de un guionista o un director sobre el de la figura real. No me gusta que verdaderas leyendas se conviertan en simples personajes de ficción.  Claro que hay diferentes enfoques, algunos más atinados que otros. The Doors (1992) de Oliver Stone es posiblemente un ejemplo con muchas licencias sobre la realidad. Aunque Jim Morrison no tuvo precisamente una vida de luz, el enfoque oscuro que se le da a su vida no fue del agrado de muchos. Se sentía como si Stone estuviera utilizando su propia idea sobre The Doors para retratar su visión personal y egoísta, su propia realidad. Caso contrario es Love & Mercy (2014) de Bill Pohlad, un verdadero dulce que retrata la vida de Brian Wilson y los Beach Boys como una historia de superación y genialidad musical, un biopic que tiene algo que contar. Creo que Bohemian Rhapsody está justo en medio de estos dos enfoques.  

Otra historia muy distinta es Almost Famous del 2000, una de mis películas favoritas y la que considero la obra definitiva de ese cine que retrata la industria musical de la segunda mitad del siglo XX. Cameron Crowe dirigía una cinta inspirada en su juventud como reportero de la revista Rolling Stone. Esta película empezaba con el pie derecho un nuevo milenio en el que la nostalgia no tardaría en posicionarse en los espectadores. Para Almost Famous no hay límites creativos, no se basa en ninguna historia real concreta y por tanto olvidamos esa parte crítica sobre qué tanto es realidad y que tanto es invención romántica de Hollywood. Cameron Crowe se dedica a narrarnos este poema musical como debe de ser: Sin reserva alguna.  Esto es algo que es difícil mantener cuando se habla de bandas reales, sobre todo de una de las bandas más populares de la historia del rock.

Otra señal de de alarma es que Bohemian Rhapsody tiene como director a Bryan Singer (X-Men),  a quien yo consideraba acabado por el #MeToo y por sus propias decisiones cinematográficas. No ayudaba mucho el hecho de que fuera despedido por su conducta errática apenas unas semanas antes de terminar el rodaje y fuera sustituido por Dexter Fletcher  (Eddie the Eagle), quien parece que va a ser el mejor beneficiado de todo esto, pues ahora le toca llevar la vida del buen Elton John al cine con Rocketman, la cual se estrenará en 2019.

Finalmente, el reclamo de muchos al ver los trailers, y probablemente la señal de alarma más certera, es que la homosexualidad de Freddie Mercury parecía ser retratada con suavidad y como algo secundario con el objetivo de no alienar a la audiencia.

Todo fue resuelto el día de hoy. No sé si Bohemian Rhapsody sea la película que esperaba, pero estoy seguro que bien puede ser la que necesitaba ver y puedo también decir con certeza que será así para muchas otras personas. La película no es la mejor en lo que hace, ciertamente está llena de momentos gratuitos que viven de la nostalgia, casi como un collage musical de los éxitos de Queen que resulta bastante anodino conforme avanza la trama. Me gustan los secundarios, están correctos en su papel pero no encontré alguna actuación realmente memorable que dotara de suficiente fuerza e hiciera notable a algún personaje más allá de Mercury. Como muchas otras biopics, padece de los mismos problemas mencionados anteriormente, alejándose de la realidad para regalarnos una visión romántica de una historia que se toma licencias, en este caso para que la resolución del conflicto principal de la película pudiera tener mucha más fuerza, y yo diría que gracias a ello la última parte de la película sale triunfante.

La película si retrata a Freddie Mercury como un hombre y un icono homosexual libre de tapujos, lo cual demuestra que al final los trailers no le hicieron mucha justicia a la historia. Hay quien pudiera decir que la figura de Mercury va más allá de su sexualidad, pero si se trata de mostrar su lado humano definitivamente el tema es algo fundamental para mostrar lo que fue. Cabe destacar que aun así el enfoque es muy suave, casi como si los creativos de la película actuaran con cautela para no llevar la historia a ciertos lugares. Mustiamente normal que un  filme de estas proporciones haya decidido no correr riesgos

Si, Bohemian Rhapsody tiene algunas cosas cuestionables, lo cual debería importar muy poco si una pieza de ficción logra emocionarte como logró hacerlo conmigo. ¿Saben que es realmente memorable de este biopic? ¿Saben quién es fundamental para transformar esto en algo trascendente? Dos palabras: Rami Malek. El actor encarna a esta versión de Freddie Mercury –excéntrico, frágil y desadaptado, casi rayando en el fastidio absoluto en determinados momentos- dignificándolo como personaje y humanizándolo como figura. Sin Malek el resultado de todo esto sería algo muy distinto. Definitivamente aporta mucho valor y eleva la película a un nivel superior.

Hay una secuencia que recrea la participación del grupo en el mítico concierto Live Aid de 1985 en apoyo a los niños de Africa. De algún modo siento que el peso de todo lo sucedido en la película al final recae en la potencia de esta épica y significativa secuencia. Algo que demuestra que la verdadera magia del cine se encuentra en los momentos, es aquí donde converge la visión personal de un director con la realidad objetiva de un momento mítico en la historia que ya es parte del colectivo cultural de todo el mundo. Malek se la rifa y se desvive en ese tramo final de película. ¡Carajo! Si van a adaptar a Mercury mejor que lo hagan de ese modo. Carne obligada de Oscar, si me preguntan. Singer / Fletcher / Malek derrochan amor, no solamente por la música de Queen y por Freddie Mercury como figura. Escuchar “Radio Ga Ga” y “Hammer to fall en ese momento me recordó a tiempos musicales que no volverán y que solo pueden ser recreados de este modo. Me recordó a artistas que ya se fueron y el hecho de que nunca habrá otros como ellos. Me recordó esa vieja cita de parar el mundo un rato y simplemente vivir la sensación de escuchar a Mercury, a Lou Reed, a Leonard Cohen, a Bowie… al hecho de dejar que la magia musical recorra nuestros oídos y que eso nos convierta en héroes solo por un momento, o como bien lo dicen en la película: En leyendas. Emoción pura hecha cine.








viernes, 26 de octubre de 2018

Videoreseña: Hereditary ¿La mejor película de terror del 2018?

Hereditary es lo más estimulante que nos regaló el cine de horror este año. Una verdadera pesadilla llena de terror emocional que retrata el dolor de la pérdida y la muerte de la familia americana. ¿Te atreves a adentrarte en ella? Conoce con nosotros las razones por las que es una gran película.

 PD: Todos nos volvemos un poco explotativos a veces.

 

sábado, 20 de octubre de 2018

Reseña: Halloween (2018) - Las mil ideas sobre Michael Myers



Halloween (1978) representa el auge creativo más importante dentro del subgenero del slasher. El clásico de John Carpenter desató el boom de un movimiento del cine de terror que consistía en adolescentes siendo masacrados por alguna figura enmascarada. La producción de estos filmes explotativos se detonó de tal modo que en cierto momento de los 80’s se estrenaba al menos uno cada fin de semana. Con Halloween nacieron exitosas franquicias como Friday the 13th, la cual comenzó en su primera entrega como un simple plagio de Halloween y posteriormente fue evolucionando a algo distinto en sus diferentes secuelas; A Nightmare on Elm Street, franquicia que lleva el slasher a un terreno sobrenatural con su propio derecho a existir y cuya primera entrega es también un clásico; y Scream, la cual comenzó homenajeando directamente las bases de la propia Halloween, diseccionando y parodiando el slasher.

Halloween del ’78 es una anomalía dentro de un género poco respetado dentro del cine y que con el paso del tiempo simplemente ha logrado sobrevivir por su amplia cantidad de fanáticos. La Halloween original se hizo con muy poco dinero (300 000 dólares para ser exactos) y de algún modo esto permitió a los creativos detrás del filme concentrarse en los aspectos técnicos del proyecto y no en explotar los aspectos gore como cabría esperar. Esto dotó a la historia de un minimalismo que terminó siendo todo un ejercicio cinematográfico: Un clásico del cine que ha mantenido el estatus con el paso del tiempo. Lo que es Blade Runner para la ciencia ficción y Taxi Driver para el cine negro lo es Halloween (1978) para el cine de terror. La Halloween original es cine hecho y derecho que toma como base una premisa muy simple y la convierte en magia. La simple historia de Michael Myers, un asesino prófugo acechando niñeras, se vuelve arte. A diferencia de sus imitaciones y secuelas, la película no tiene las pretensiones explotativas que tanto desgastaron el género.

Halloween, como muchas otras franquicias, ha sido terriblemente sobreexplotada a través de los años con muchas secuelas.

Halloween ll (1981) retoma inmediatamente los hechos de la cinta original y cuenta con Carpenter de vuelta escribiendo el guion. Si bien mantiene cierta clase retomando los planos secuencia de la original y mostrando una Haddonfield –ciudad ficticia donde transcurren la mayoría de las cintas de la franquicia- en pánico tras los hechos de la película anterior, la secuela decepciona al no estar a la altura. La Halloween original bebe del trabajo de Hitchcock y Dario Argento, representando una transición generacional y una nueva oleada para el terror. Halloween ll bebe de Friday the 13th y del slasher ochentero presentando todo los cliches que no tardarían en demeritar al género.

Halloween: H20 (1998) retoma al personaje original de Jamie Lee Curtis, Laurie Strode. La cinta no cuenta con ningún involucramiento de John Carpenter pero si es sinónimo del cine de terror de que fue tan popular a finales de los 90’s. Kevin Williamson (Scream, The Faculty) entra al quite y hace suya la cinta retocando el guion y convirtiéndola en una película más de terror adolescente con poco que rescatar salvo el hecho de que es más entretenida que algunas de sus antecesoras.

Halloween (2007) representa un reboot de la franquicia, ahora liderado por el director Rob Zombie (House of 1000 Corpses). Esta nueva propuesta oscura e hiperviolenta presenta una malograda e innecesaria historia de origen para el personaje de Myers. Posteriormente recrea los eventos de la película original con más pena que gloria. La visión de Zombie fracasa en un convulso choque  de sus pretensiones estéticas y su labor para intentar complacer a los fans, lo cual solo deja a relucir sus limitaciones como realizador. Halloween ll (2009) es una secuela que vuelve con Rob Zombie tras la cámaras y es, a juicio de quien escribe, ligeramente superior su antecesora, al menos en el sentido de que esta vez el director no compromete su visión y va a full con lo que quiere contar, guste o no. El resto de secuelas van desde lo irrelevante a lo brutalmente infame. En estos 40 años ninguna de sus ocho secuelas ni sus remakes ha estado considerablemente a la altura de lo que John Carpenter y Debra Hill concibieron en 1978… Hasta ahora.


Halloween (2018) se expone vilmente desde su incepción. Trae de vuelta una vez más a Laurie Strode interpretada por Jamie Lee Curtis y altera (por cuarta vez) la continuidad de la saga, esta vez tomando en cuenta solo la película original de 1978 y lanzando esta propuesta como una secuela que sucede 40 años después, un movimiento lógico después de un montón de horribles secuelas y versiones que definitivamente parecían tener poca compresión y respeto por el filme original. Esta nueva Halloween está a cargo del director David Gordon Green (Stronger), un cineasta poco familiarizado con el género del terror y que inyecta de su personalidad a la cinta, al mismo tiempo rindiendo tributo a los orígenes de la saga.

Esta vez nos encontramos a una Laurie Strode cuarenta años más tarde, quien ha quedado traumatizada por los hechos de la primera película, al punto de haber perdido a su familia para refugiarse en una “jaula” con un arsenal de armas que espera utilizar cuando Michael Myers vuelva por ella y así acabar con esta larga apuesta de vida o muerte de una buena vez. Michael Myers lleva institucionalizado 40 años desde que lo vimos en la primera película… pero bueno, es Halloween y ya sabemos lo que está por suceder.
La película tiene en su primera parte una calidad de realización que la lleva lejana del mar de clichés de todas estas décadas de deficientes secuelas. El guion de Danny McBride y David Gordon Green sitúa el trauma de tres generaciones de Strode en un contexto donde el panorama de la agresión y la violencia han cambiado a través del tiempo. David Gordon Green parece deliberadamente no tomarse en serio el hecho de que estamos ante un filme de terror y al igual que la cinta original presenta a los personajes con gran naturalidad. La película tiene un par de bellas secuencias que humanizan al personaje de Laurie Strode, algo que el resto de secuelas nunca intentaron o fallaron miserablemente.

Es cuando comienza la masacre el momento en el que la película cae a lugares más comunes y confortables. Es mucho más violenta que la original, cuenta con comic relief marca de la casa de sus escritores y probablemente la película toma decisiones cuestionables; tal vez típicas de un género que disfrutamos tal y como es. La gran diferencia aquí es que la Halloween del 2018 tiene algo más que decir que simplemente mostrar otra masacre.

Si bien la Halloween de Carpenter tiene la importancia histórica mencionada anteriormente, nadie puede negar que en su momento pusiera en auge el exceso de un género que jugó a trivializar la violencia por décadas. Mujeres castigadas brutalmente por su promiscuidad sexual. El papel de la final girl virginal y recatada enfrentando al villano al final de la película. Estos conceptos fueron retomados por cientos de cintas, poco a poco olvidando la asertividad que hizo sobrevivir a un personaje como Laurie Strode para convertir a los personajes femeninos en simples vehículos de entretenimiento masculino. Esto ha generado gran cantidad debates acerca de la presunta misoginia que envuelve al género. Este asunto fue retomado brillantemente por Scream en 1996, convirtiendo aquella saga en un escarnio del género, pero el tiempo ha pasado desde aquel momento. Con películas como Saw (2004), Hostel (2005) y el propio reboot de Halloween (2007), el slasher evolucionaba hacia un  torture porn en el que las escenas ahora eran más gráficas y brutales. La trivialización de la violencia de pronto dejó de importar en un mundo post-Columbine y post 9/11 ¿Qué más da ahora el mostrar a una joven siendo brutalizada en cámara? Sin avisar, la realidad se volvió mucho más aterradora hasta llegar a nuestros días y todas las franquicias fueron perdiendo relevancia cuando se llegó a la innegable conclusión de que el verdadero terror está allá afuera y no en una película. La realidad que se ve en internet es más aterradora que algo fabricado en estudio de cine. Las generaciones cambiaron a tener la violencia al alcance de la mano. La violencia del cine de terror se convirtió solo en un concepto de un pasado inofensivo y arcaico. Michael Myers se convirtió en “solo” un icono. Michael Myers es ahora la idea de un millennial que consigue aquella vieja cinta de Halloween para burlarse de cuan pobremente ha envejecido y lo falsa que se ve la sangre. Es la idea de un hombre que sigue disfrutando la violencia en las cintas de horror añejas con las cuales creció. Es la idea de una mujer señalando a la menor provocación la violencia de género en cosas que antes parecían inofensivas. Es la idea de un simple rostro en blanco que no dice nada, algo que Carpenter puso su esfuerzo en lograr en esa primera película y que las secuelas posteriores se esforzaron en denostar dándole una motivación al personaje. Es la idea del Dr. Loomis, describiendolo como alguien que no conoce el sentido de la vida o la muerte, un rostro de pura maldad.

Posibles spoilers a partir de aquí 

Algo que la Halloween de Gordon Green hace muy bien es retratar la violencia en todas sus partes. Scream era una deconstrucción del género de terror, Halloween (2018) deconstruye la violencia en la era Trump, la idea más aterradora: Un mundo que ha cambiado y ha perdido su capacidad de sorpresa ante la violencia. Michael Myers se convirtió en todo este tiempo en la idealización de muchas personas. La película desmitifica apropiadamente a la figura de Myers: Las tomas que se le hacen muestran a un ser humano; un agresor motivado por maldad absoluta pero que así como es capaz de matar también puede ser matado. Gordon Green presenta personajes con su propia idea sobre Michael Myers, los cuales tambien generan su propia violencia: Para el grupo de reporteros que aparecen en el inicio de la cinta es la curiosidad de saber que hay detrás de este personaje desdibujado, una idealización brutalmente ambiciosa y arribista de lo que Michael debería ser y un concepto que queda muy bien retratado justo antes de que arranquen los créditos iniciales. Para el Dr. Sartain la idea de lo que es Michael definitivamente representa la violencia más común, esa compulsión por conocer sus motivaciones, de utilizar a los personajes como simples peones para ser destajados y que de esa manera puedan cumplir su función: Elevar a Michael Myers y brindar un atisbo de esclarecimiento sobre lo que hay detrás de su persona. No muy diferente de lo que puede ser un espectador de terror promedio. Uno se pregunta si el Doctor Loomis no hubiera caído eventualmente en algo así después de tantos años de obsesión. Finalmente para Laurie Strode la idea de Myers es un círculo que debe ser cerrado, un ser que marcó su existencia y que debe morir para que ella pueda finalmente recuperar las riendas de su vida. Llamen a esta película un canto al empoderamiento femenino. Llámenla un homenaje al clásico de Carpenter o un festín sangriento y entretenido… Yo lo llamo un acto de conciencia necesario que redime el slasher y que abre la puerta a excitantes nuevas posibilidades dentro del género. Por fin Halloween tiene la secuela que se merece.


José Luis Perales y yo

Desde mi infancia, experimenté una dificultad constante al intentar encajar en cualquier lugar y con las cosas propias de mi época. En ese c...