viernes, 31 de marzo de 2017

¿Qué culpa tiene el niño? El chick flick moderno en versión nacional





Después de una noche de parranda, Maru (Karla Souza) queda embarazada de Renato (Ricardo Abarca), un joven inmaduro y desempleado con el que no tiene nada en común. Tras una serie de infortunios, estos dos extraños se ven obligados a congeniar por el bien de su futuro hijo.


El clásico contraste de clases sociales es uno de los temas más consumidos en todos los géneros del cine mexicano y esta película no es la excepción. La humilde madre de Renato, interpretada por una Mara Escalante que no se esfuerza mucho en diferenciarse de otro de sus más famosos personajes, es una representación perfecta de lo que hace funcionar a la película muy a su manera.


Por otro lado, tenemos al padre de Maru, interpretado por Jesús Ochoa, un político clasista de libro que remite a otros personajes del actor además de incontables personajes que hemos podido ver en las películas de terreno nacional por más de dos décadas.


Esta unión inesperada entre dos familias, la pobre y la rica, es lo que da vida a una comedia llena de chistes fáciles pero efectivos. La cinta destaca por carecer en buena parte de su duración de la cansina moralina que suele caracterizar al género, ofreciendo en su lugar personajes más honestos o directamente amorales en lo que respecta a casi todo su repertorio de secundarios.


La película no teme en caricaturizar tanto personajes como situaciones. Lo hace una y otra vez. Casi de manera descarada. Esto obliga a que no te la tomes muy en serio pero el problema es que es la propia película la que en determinado punto de la historia se contradice y cambia la jugada por “una bonita historia romántica”. Esa parte final de la película cae en los obligatorios lugares comunes del género y la hace perder bastante de lo que venía construyendo hasta ese momento.


En esencia, la película remite a ya clásicas comedias románticas anglosajonas como “Knocked Up” (2007), sólo que ajustando sus expectativas a un medio tan lastrado como lo es el cine nacional. Es esto en lo que destaca la película: Al compararla con algunas de esas predecesoras de las que bebe (y mucho) nos damos cuenta de que en realidad no tiene mucho qué pedirles ni en cuestión de guion ni en cuestión de manufactura. Sigue la misma vía de “chico conoce a chica, chico y chica se dan cuenta de que no tiene nada en común pero se verán obligados a estar juntos por razones ajenas a ello, y tal vez, finalmente surja el amor entre ellos”.


‘¿Qué culpa tiene el niño?’ es una comedia hilarante y que apega al sentimiento cuando se lo propone, pero que no ofrece nada nuevo. Es también un vehículo de lucimiento perfecto para la actriz Karla Souza, quien tras “Nosotros los nobles” ha sabido hacerse de una carrera importante dentro y fuera del país. Ambos elementos han hecho que la película haya funcionado excepcionalmente bien en taquilla y eso otorga la seguridad de que estaremos viendo muchos más de estos títulos, porque aparentemente esto es lo que quiere ver el público mexicano.


Recomendación: “Paradas Continuas” (2009) del mismo director. Una interesante y desenfadada coming-of-age con destacable soundtrack de Javier Gurruchaga y la orquesta Mondragon. Mejor desarrollo, menos pretensiones, más corazón y más honesta a sí misma… Sólo por comparar gratuitamente.

A 28 años de “Quisiera ser grande”, el clásico ochentero protagonizado por Tom Hanks.


Un 3 de junio de 1988 se estrenó Big, a la cual conocimos como “Quisiera ser grande” en México. Dirigida por Penny Marshall (Despertares) y protagonizada por un muy joven Tom Hanks, “Big” fue la comedia más exitosa de aquel verano de 1988.


Este clásico recordado por los amantes del cine ochentero narraba las desventuras de Josh, un niño de doce años que tras pedir un deseo en una feria se despierta como un hombre de 30 años a la mañana siguiente. Irreconocible para sus padres y solamente con su mejor amigo Billy como apoyo, Josh deberá adentrarse en la gran ciudad con una ardua tarea sobre sus hombros: Ser adulto.


Tras encontrar trabajo en una fábrica de juguetes, Josh parece sobresalir sobre los demás por comportarse y pensar como un autentico niño. Se gana el respeto de su jefe (y es ascendido a vicepresidente), la envidia de algunos colegas e incluso logra que una de sus compañeras, abrumada por su trabajo y sus relaciones, vuelva a creer en la vida a través de él. Pronto Josh comenzará a convertirse en un verdadero adulto también por dentro y deberá decir donde pertenece realmente.


Big es una película inspiradora e hilarante a partes iguales. Destaca por no ser la típica comedia familiar y en su lugar introducir situaciones más subidas de tono de lo habitual, pero lo hace de una manera tan cordial que se convierte en un valor agregado. Lo más interesante de ella es el épico contraste que nos muestra entrañablemente las diferencias entre ser niño y ser adulto. Josh empieza a sobresalir y a inspirar a las personas a su alrededor que han perdido esa magia en la vida y las relaciones interpersonales, y lo único que hace para lograrlo ser un niño, atrapado en el cuerpo de un adulto, pero al fin un niño en mente y alma. Se adentra en una relación con Susan, (una vulnerable y entrañable Elizabeth Perkins) una mujer que no cree en nada ni nadie y vemos como Josh la va convenciendo de volver creer simplemente siendo el mismo y prácticamente sin saber lo que está haciendo. Lo dicho, con la

inocencia de un niño. Eventualmente Josh tiene la vida hecha, pero entiende que ahora tiene que crecer de verdad. Se pierde en su trabajo, su relación con Susan se tambalea, se aleja de su amigo Billy. Se convierte en un verdadero adulto. Es entonces cuando debe decidir a qué edad y lugar pertenece.


Con toques de fantasía como un mero pretexto para analizar esa transición del personaje hacia la inentendible y aterradora vida adulta, Big destaca por ser una de esas disfrutables comedias ochenteras a las que no les cierras el paso y puedes ver una y otra vez cada tanto tiempo. 28 años de risas que marcan apenas los inicios de un joven Tom Hanks que se convertiría en una verdadera estrella no muchos años después. Big es una comedia divertida con un discurso importante e inteligente al cual hay que saber leer y recordar cada tanto tiempo. Un verdadero clásico que recordamos en esta semana por el aniversario de su estreno en cines.

Hace 15 años se estrenaba “Six Feet Under”, una de las mejores series de la historia


Six Feet Under (A dos metros bajo tierra o Seis pies bajo tierra) es una serie de HBO emitida desde 2001 a 2005. En México pudimos verla completa y sin censura por Cadena Tres en el 2009.


La serie se estrenó el 3 de junio de 2001 en una HBO algo diferente a la que conocemos hoy. Para ese entonces ya se encontraban en emisión dramas de éxito crítico como el drama carcelario OZ y Los Soprano, el estandarte televisivo para muchos fanáticos de las series de televisión, pero es con la llegada de Six Feet Under cuando la oferta de HBO se consolida con un drama familiar más cercano a su audiencia.

Six Feet Under nace en plena América pre-9/11 como una inteligente combinación de drama familiar y humor negro. Creada por Alan Ball, quien había ganado el Oscar apenas dos años antes por la película American Beauty, la serie narra la historia de los Fisher, un familia que tras la muerte de su patriarca se ve obligada a cargar con su negocio familiar: Una funeraria. Con un humor acido y un profundo mensaje sobre la vida y la muerte, la serie nos va introduciendo en las vidas de Ruth, la viuda, quien tras la muerte de su esposo no sabe qué hacer con su vida; Nathan,el hijo mayor, hijo prodigo que regresa a casa a encontrarse a una familia dividida y un negocio increíblemente ajeno a lo que esperaba de su propia vida; David, el hijo mediano, un homosexual de closet que se había encargado del negocio junto a su padre y ahora su apacible vida se ve amenazada por la llegada de su hermano; y finalmente Claire, la hija menor, una desadaptada adolecente a la cual parece importarle más bien poco si su vida tiene un rumbo o no. Otros personajes que vemos desfilar en la serie son Federico, el encargado de realizar las autopsias en la funeraria además de fiel escudero de la familia; Keith, un policía que es pareja de David y parece tener una visión muy diferente a él sobre las relaciones de pareja; y Brenda, una increíblemente dañada y complicada mujer que inicia una relación con Nathan tras tener un encuentro sexual con el en un aeropuerto. Este personaje se lleva muchos de los mejores momentos de la serie.


La serie tuvo un recorrido de cinco temporadas en las cuales vemos como los personajes evolucionan y tratan de lidiar con sus complicadas y (deliberadamente) desastrosas vidas. Narrada con el más puro estilo de Alan Ball: libre de moralina, la serie presenta personajes realistas pero abordados desde un punto de vista retorcidamente gracioso y eso es lo que logra hacerla muy distinta a otros dramas familiares que han intentado seguirle el paso. La serie tiene también el añadido de incluir escenas oníricas en las que el mundo interior y brutalmente honesto de sus personajes se ve literalmente reflejando en pantalla, otorgándonos momentos hilarantes. Pero también está el otro lado de la serie: Una familia que apenas puede mantenerse en pie emocionalmente se ve obligada a cargar con una funeraria y verse todos los días cara a cara con la muerte, incluso después de la repentina y devastadora muerte del padre de familia. La muerte es un tema común dentro Six Feet Under, esta es abordada a veces a base de humor, a veces en un término medio y a veces de manera magistralmente honesta y conmovedora. Porque después de todo lo único cierto es que las respuestas a la muerte son diferentes para cada persona y cada una en su frágil y pequeño mundo tiene su modo muy particular de comportarse ante ella.


Esto es lo que refleja exitosamente la serie. En cada episodio vemos como un cliente distinto acude a los Fisher después de que el propio episodio abra con la muerte de una persona al azar, y parte de su encanto es observar como cada muerte es un pequeño evento con distintas detonaciones en cada persona y sobre todo distintas consecuencias que tal vez nunca sean posibles de superar por completo.


Six Feet Under tuvo una temporada final en 2005 donde echó toda la carne al asador y no dudó ni un momento en llevar a sus personajes al límite. Así, la serie nos ofrece una tanda de episodios y un episodio final que, al menos para quien escribe estas líneas, no ha sido superado nunca por ninguna otra serie. Ese episodio final de 2005 justifica lo que vimos por cinco temporadas y 63 episodios, y lo hace de una manera honesta e poderosamente conmovedora.


Six Feet Under, la serie que se reía magistralmente de la muerte como ninguna otra, ha cumplido ya 15 años y continúa siendo uno de los pilares en el auge de calidad que sevivió en la televisión a principios del milenio. Un momento ideal para recomendarla encarecidamente y de la manera más honesta a todos aquellos que aun no se han puesto con ella. La serie se retransmite constantemente por los canales HBO/MAX y se encuentra disponible en el servicio de video en demanda de la propia cadena: HBO GO.

Paul Simon y la caricatura humana: De como la música redime ocasionalmente nuestras vidas.


Un hombre cruza la calle y dice “¿Por qué estoy tan suave en el medio ahora? –En el medio del cuerpo y en la mediana edad- ¿Por qué estoy tan suave en el medio ahora? El resto de mi vida es tan difícil. Necesito una oportunidad fotográfica. Quiero una oportunidad para redimirme. No quiero terminar como una caricatura en un cementerio de caricaturas…


Así comienza la canción “You can call me Al” de Paul Simon lanzada hace 30 años en un abril de 1986. Paul Simon salta a la fama durante los 60s junto a Art Garfunkel con el dueto de folk-rock “Simon & Garfunkel”. Con grandes éxitos como “America”, “The Boxer” y “The Sound of Silence” el dueto se convierte en parte fundamental de la contracultura americana y quedan considerados para la historia como el dueto más influyente de los 60s además de verdaderos iconos del folk y de lo que hoy conocemos como rock clásico. Tras exitosos álbumes como “Bookends” y “Bridge Over Troubled Water” el dueto se separa en 1971 en la cúspide de la fama, y la razón de ello es irónicamente el propio Paul Simon, quien tiene inquietudes en lanzar una carrera como solista.


Paul Simón se convierte en solista. Se pasa buena parte de los 70s/80s cosechando éxitos por aquí y por allá, aparece constantemente en el programa Saturday Night Live y se reúne con Art Garfunkel en algunas ocasiones –incluido el histórico concierto en el Central Park de Nueva York en 1981-. La parte más interesante de la carrera de este artista, sin embargo, comienza a mediados de los 80s. La gente para este entonces espera ver más a “Simon & Garfunkel” que a un Simon bien entrado en los 40s. Simon lanza el álbum “Hearts And Bones”, el cual resulta ser todo un fracaso que apenas alcanza el puesto 35 en las listas de popularidad. Para colmo, su matrimonio con la actriz Carrie Fisher también fracasa tras una duración de apenas 9 meses. Un Simon en plena depresión y crisis existencial decide lanzar un álbum diferente, uno que muestre lo que es en ese momento y hacia dónde se dirige su vida. No muy diferente a lo que hizo Peter Gabriel en su momento al dejar Genesis, Paul Simon va a contracorriente y regala a la industria lo que menos espera de él. En 1985 viaja a Sudafrica para grabar “Graceland”, un álbum que mezcla rock, pop y ritmos africanos en una inusual pero saludable mezcla de culturas que llegó incluso a causarle problemas con el gobierno sudafricano en el llamado Apartheid.


Como suele ocurrir cuando se llega a la mediana edad –incluso antes de ello, después de ello o básicamente a cualquier edad- llega ese momento en que todo parece tan básico y tan medido, como si nuestra vida fuera un guion escrito por otra persona en el cual lo único que podemos hacer es cuestionarnos a nosotros mismos. Somos jóvenes ¿Es vida beber todos los fines de semana? ¿Debo buscar una pareja estable? ¿Debo acostumbrarme a que todos esperen siempre lo mismo de mí? Somos adultos ¿Todo consiste en cambiar pañales y pagar hipotecas? ¿Mi vida consiste en comprar muebles y platicar sobre lo bien que se ven en mi casa? ¿Estoy haciendo lo correcto para llegar al lugar donde quiero estar? Entramos a los 40s y en adelante ¿Es este el lugar en el que quiero estar? ¿Es esto lo quiero hacer el resto de mi vida? ¿Es esto que veo en el espejo todo lo que llegaré a ser en la vida?


Con un álbum cínico e irónico pero a la vez amable y con un mensaje trascendental, este Simon cuarentón se convierte en una especie de Woody Allen musical que es capaz de burlarse de sí mismo a través de su música. Es capaz de aceptarse como la caricatura que representa en ese momento, tomar lo mejor de ello y lanzar un excelente álbum con la experiencia. Renace su carrera. Renace su vida. Renace el propio Paul Simon y somos testigo de ello a través de una grabación de apenas 43 minutos.


“Graceland” se lanza en agosto de 1986 convirtiéndose en uno de los álbumes más importantes de la historia, logrando una venta de más 16 millones de copias alrededor del mundo y recibiendo el título de Mejor Álbum del Año por parte de la revista Rolling Stone.


Simon continúa en You can call me Al: Un hombre cruza la calle y dice “¿Por qué estoy tan corto de atención? ¿Dónde está mi esposa y mi familia? ¿Qué tal si muero aquí? ¿Quién será mi modelo a seguir ahora que mi modelo a seguir se ha ido?” Canta un Simon perdido y asustado pero con una melodía llena de ritmo y trompetas que sugieren todo lo contrario. El cinismo amable de “You can call me Al” se ve reforzado visualmente con un simpático y hoy clásico video musical en el cual aparece el comediante Chevy Chase robándole todo el crédito al propio Paul Simon y evitando que cante su propia canción.


“Si tu fueras mi guardaespaldas, yo podría ser tu amigo perdido desde hace mucho tiempo. Podría llamarte Betty, y Betty, cuando me llames, podrías llamarme Al” canta Simon en el coro de la canción como haciendo las pases consigo mismo. Como creando dos personajes conflictuados que llegan a un acuerdo común para poder seguir viviendo juntos.


Con “Graceland”, la canción que le da título al álbum –y en sus propias palabras lo mejor que ha hecho en su carrera- Simon aborda su crisis desde otra perspectiva, una más seria y esperanzadora. Para ello utiliza el término “Graceland” (tierra de gracia) en tres diferentes áreas.


“El delta del Mississippi brillaba como una guitarra Nacional. Estoy siguiendo el río hacia la carretera a través de la cuna de la guerra civil. Voy a Graceland. En Memphis, Tennessee” refiriéndose no solo al famoso rancho de Elvis sino haciendo ilusión a la américa profunda, a la cultura que lo vio nacer.


“Voy a Graceland. Niños pobres y peregrinos con sus familias. Y vamos a Graceland.” Refiriéndose a Sudáfrica y lo que vio por primera vez en la tierra donde volvió a nacer tanto personal como musicalmente.


Finalmente, Simon habla de una tercera tierra de gracia. Este no es un lugar propiamente físico que se pueda encontrar en un mapa. “Y mi compañeros de viaje son fantasmas y bolsillos vacíos. Estoy mirando fantasmas y vacío pero tengo razones para creer que todos seremos recibidos en Graceland…” Tierra de gracia. La tierra prometida en vida. Su propia resurrección personal. La misma que espera para todos nosotros en algún punto de nuestra vida.


“Graceland”, la canción, además de incluir en el coro a los ídolos de Simon, The Everly Brothers, también se compone de un poderoso beat perdido apaciblemente entre una mezcla de culturas. Como el álbum y el intérprete en sí, habla de amor como tema primordial – del prójimo, de nosotros mismos, de la falta de este- “Y veo que perder el amor es como una ventana en tu corazón. Todo el mundo ve que estás hecho pedazos. Todo el mundo siente el soplido del viento.”


Paul Simon tiene 74 años actualmente, no podemos decir si sigue siendo el mismo hombrecillo bonachón que cayó y se levantó a mediados de los 80s, pero tal vez eso no sea importante. Se casó con la cantante Edie Brickell en 1992 y juntos tienen tres hijos. Musicalmente, Simon ha dejado un impresionante legado con “Simon & Garfunkel” y como solista. Es para muchos el cantautor más importante de los Estados Unidos – con el debido respeto de Dylan- y es un hombre que se mantiene activo con esa promesa que nos hace en las líneas finales de Graceland. “Y podría estar obligado a defender cada amor, cada final. O tal vez no haya ninguna obligación ahora. Tal vez tengo una razón para creer que todos seremos recibidos en Graceland”.

El Conjuro 2. Sustos efectivos en una secuela que no decepciona


El cine de James Wan se ha convertido ya en una especie de sub-género en el denostado cine de terror actual. Sus películas suelen ser formulaicas y estar llenas de criaturas sobrenaturales que cada vez se parecen más unas a otras, pero también debemos tener en cuenta el hecho de que el tipo simplemente es muy bueno en lo que hace. Es más, probablemente no hay nadie mejor que James Wan dirigiendo cine de terror comercial en estos momentos. Wan es excelente creando atmosferas terroríficas y aunque casi siempre peca de efectista, la formula le funciona. Sus planos largos suelen terminar con un susto facilón pero totalmente efectivo y no son muchos los directores que pueden sostener una película con ello por más de 90 minutos. Tanto “The Conjuring” de 2013 como su secuela, que hoy reseñamos, resultan de lo mejor de su filmografía.


La ahora franquicia llamada “The Conjuring” está basada en las vivencias del matrimonio de demonologos e investigadores paranormales Ed (Patrick Wilson) y Lorraine Warren (Vera Farmiga), mismos que realizaron investigaciones de los casos de actividad paranormal y casas embrujadas más sonados de los últimos 50 años. Uno podría dudar de la autenticidad de los casos presentados, pero lo cierto en que esta pareja de investigadores era bastante respetada dentro del ramo y el involucramiento de Lorraine como supervisora en ambas películas (Ed murió en 2006) le ha otorgado cierta credibilidad a la promesa de que estamos viendo algo “Basado en hechos reales”, promesa que para este punto debemos ya tomar con pinzas si nos consideramos medianamente astutos.


Esta secuela se ubica poco tiempo después de la original y se basa en otro de los famosos casos que la pareja investigó durante los 70s. Esta vez la acción se traslada al distrito de Enfield, en Londres, donde una humilde familia compuesta por una madre y sus cuatro hijos empezarán a sentir la amenaza de una fuerza sobrenatural. Ed y Lorraine entran en acción tras ser llamados por la iglesia, pero no tardamos en darnos cuenta de que esta vez hay más elementos en juego que una simple casa encantada. La principal ventaja de esta secuela es que durante todo su recorrido nos otorga la sensación de que estamos viendo algo distinto a aquella primera parte estrenada en el 2013. Si bien los trucos de James Wan son repetitivos y si eres fanático del genero ya sabrás por dónde van los tiros, la historia presentada en esta ocasión se distancia de la formula argumental de la primera y eso es definitivamente algo que se agradece con cualquier secuela. En esta ocasión el caso de la familia está lleno de dudas, a pesar de lo explicito que vemos en pantalla no sabemos si creer o no en la veracidad de lo que sucede. La fe es un tema recurrente dentro de la película y el escepticismo en esta ocasión forma parte primordial de su estructura narrativa, a diferencia de la primera, la cual no se andaba con rodeos a la hora de presentarnos una historia de fantasmas hecha y derecha.


Más allá del obligado conjunto de sustos obligatorios, “The Conjuring 2” destaca por presentar situaciones y personajes tangibles que posteriormente se ven involucrados con lo extraordinario, eso es lo que funciona en una película de este tipo, ya lo hizo” Poltergeist” en 1982 y ambas películas de “The Conjuring” siguen la misma línea. La dirección de Wan destaca por aprovechar a ese pequeño conjunto de personajes y dotarlos de verdadera vida, algo no muy común en una película del genero. Es algo que ya estaba presente en la primera parte pero se puede pensar que esta secuela lleva las cosas al siguiente nivel. La unión y el compromiso entre la pareja protagonista es uno de los elementos más entrañables y destacados del filme, así como esta nueva familia que por razones del destino se ve obligada a lidiar con situaciones sobrenaturales. Destaca la actriz Frances O’Connor como Peggy Hodgson, una madre de bajos recursos que hace lo mejor que puede para salvar a su familia de esta extraña situación, y la niña Madison Wolfe que interpreta a la hija más pequeña Janet Hodgson, gran parte del peso de la película recae en este personaje y la pequeña puede con el papel.


La ambientación en los 70s es otro de los puntos a destacar. El soundtrack, la estetica, los decorados y el panorama social de los barrios londinenses están muy bien logrados, algo que su predecesora no explotó mucho y por tanto aquí se saldan cuentas en ese aspecto.


Estamos ante una película que no pretende descubrir el hilo negro de nada y que sigue religiosamente la misma línea efectista de la primera parte (y de buena parte de la filmografía de Wan) pero que en cambio nos ofrece una historia con cierto corazón, como una lucha entre estos fantasmas mil veces vistos y unos personajes con una humanidad que queda bien reflejada en pantalla. “The Conjuring 2” es una película que sobrevive a sus expectativas, tal vez no cause el mismo impacto que su predecesora pero definitivamente es tan entretenida como esta. Y si las cartas están sobre la mesa desde el principio ¿Qué más podemos pedir?


Recomendación: “The Babadook” de 2014. Terrorífica cinta australiana de la cual “The Conjuring 2” toma prestada casi descaradamente a uno de sus personajes. No debe ser difícil saber adivinar cuál es. “The Babadook” fue nombrada por William Friedkin (director de “El Exorcista, ni más ni menos) como la cinta de horror más terrorífica que vio en su vida. Se las dejo de tarea.

“Damien” La secuela televisiva de “La Profecía” que llega 40 años después


Hace un par de semanas se estrenó esta serie de manera muy curiosa por el canal A&E. Y digo de manera muy curiosa porque se estrenó justo después de que en Estados Unidos la propia serie fuera cancelada, quedándose con una sola temporada de 10 episodios. Hay quienes dirían que la cancelación de un programa en su país original no es garantía de su fracaso en un país extranjero pero desgraciadamente en este caso la propia cancelación de esta corta y sombría serie te dice todo lo que necesitas saber sobre ella.


“Damien” es una secuela a la película de terror “The Omen” de 1976, misma que conocimos en nuestro país como “La Profecía”. La película original narraba la inhumana situación en la que se ve involucrada un matrimonio cuando se percatan de que su pequeño hijo podría ser el mismísimo anticristo. Dirigida por Ricard Donner (The Goonies) y protagonizada por el gran actor Gregory Peck, “The Omen” se ha convertido en uno de esos clásicos del género que no se han podido superar, de ahí que el penoso remake realizado en 2006 haya quedado en el olvido y las tres secuelas del clásico de 1976 hayan corrido más o menos con la misma suerte.


De entrada, lo interesante de la premisa de “Damien” es que ignora dichas secuelas y continúa la historia después de la original, ubicándose unas décadas después del final de esta con un Damien de 30 años que se ha convertido en un fotógrafo de guerra y que no recuerda mucho los hechos sucedidos durante la película de 1976. Pronto empezará a descubrir de la peor manera su verdadero rol como anticristo en el destino de la humanidad al mismo tiempo que aparece en su vida la misteriosa Ann Rutledge (Barbara Hershey, en el que es probablemente el elemento más redentor de la serie) acompañada de una siniestra organización que por alguna razón muestra mucho interés en él. Tiempo después vemos como la obsesión crece alrededor del personaje, con una monja venida del vaticano dispuesta a acabar con él a toda costa además de un policía que se siente impotente al ver los crímenes que siempre suceden alrededor de Damien y lleva las cosas a un terreno más personal.


Creada por Glen Mazzara (realizador de las temporadas 2 y 3 de “The Walking Dead”), esta única temporada de “Damien” resulta una decepción total ante las expectativas. Inicialmente la serie se sostiene en la nostalgia y hasta reutiliza imágenes de la película de 1976 a modo de flashbacks, por lo cual nos toca ver a un Gregory Peck en escena en pleno 2016. El problema es que no se puede sostener tanto tiempo un producto en la nostalgia y pasados unos cuantos episodios esos errores que se veían desde el principio no hacen más que hacerse más evidentes y queda al descubierto el despropósito que resulta la serie en sí. Un buen drama de terror debería atraer a la audiencia episodio tras episodio y la serie no funciona en ese aspecto. Lo que nos toca ver, en cambio, son muy malas actuaciones, una realización aun peor y unos planteamientos sacados de la manga que no pueden convencer absolutamente a nadie que tenga un mediano entendimiento de cómo se cuenta una buena historia de este tipo, sobre todo teniendo en cuenta todas las entretenidas opciones que hay en ese rubro en este momento. “Damien” pasó desapercibida entre todas ellas y la verdad es que analizándola no podemos culpar a nadie más que a la misma serie de su propia muerte.


También está el hecho de que en la película original todo era implícito. No sabíamos bien lo que ocurría y la intención del director era de algún modo dejar a la percepción de cada espectador si aquello que veíamos era obra del demonio o simplemente una situación con personajes llevados al límite y conducidos a la locura. En “Damien” todo es más explícito, conocemos a la organización que está detrás de todo lo que ocurre y eso le resta mucho encanto e impacto a la historia que conocíamos de antemano con la “Profecia” del 76. Imposible no compararla. La serie también fracasa como secuela del clásico de Donner.


10 episodios prescindibles para una continuación que no hizo justicia a un clásico. Una serie que se queda como otra de esas secuelas olvidables y que definitivamente no vamos a extrañar.


Se ha anunciado recientemente una película precuela del filme original producida por la compañía Fox. Aparentemente Hollywood le sacará todo el jugo posible a la franquicia hasta que no quede más de ella, simplemente porque puede hacerlo.

“Shark Tank México”: El mejor programa nacional que probablemente no estás viendo


La semana pasada se estrenó este programa por el canal de cable Sony. Lo hizo con el horario complicado de los viernes a las 10 de la noche, una decisión extraña para algo que tras dos programas ha demostrado ser un estupendo ejemplo de cómo hacer televisión en nuestro país.


El formato de “Shark Tank México” tiene sus orígenes en el programa japonés “Dragons’ Den”, el cual empezó su andadura en 2001. Posteriormente el concepto emigró a diversos países del mundo bajo otros nombres, hasta que en 2009 llegó a los Estados Unidos bajo el nombre “Shark Tank”, el cual lleva a sus espaldas 7 exitosas temporadas en la cadena ABC y gracias a ello ahora Sony ha decidido traerlo a nuestro país.


El formato de “Shark Tank Mexico” (Negociando con tiburones) se sostiene en un panel de cinco reconocidos empresarios mexicanos que en este caso sirven como inversores potenciales y son llamados “tiburones” durante el programa. Este panel recibe a pequeños y medianos empresarios que buscan inversiones para su negocio o producto. A los “tiburones” se les paga por su participación en el programa, pero el dinero que invierten en los participantes es exclusivamente suyo, lo cual dota de gran interés al concepto porque estamos hablando de verdaderos millonarios que ponen su dinero en juego en un show de telerrealidad. El pequeño o mediano empresario puede llegar a un acuerdo durante el programa si un miembro del panel de “tiburones” está interesado en invertir en su negocio a la vez que somos testigos de las negociaciones que se producen por el dinero a invertir y el porcentaje en participación. Sin embargo, si todos los miembros del panel se retiran, el empresario simplemente se va con las manos vacías y probablemente con un negocio o producto muy “quemado”.


El panel de los cinco “tiburones” está compuesto por: 
Jorge Vergara. Presidente de la empresa multinivel Omnilife y dueño de las Chivas de Guadalajara. En el programa lo vemos comportarse de manera muy casual. No parece tener el carisma ni la sapiencia para estar en un programa de tv pero es definitivamente interesante verlo en esta faceta. 
Arturo Elías Ayub. Director de Fundación Telmex y Uno TV. Un tipo con bastante colmillo que parece querer destacarse del resto durante sus intervenciones en el programa. El más cercano al clásico “personaje” de reality show. 
Ana Victoria García. Fundadora de V147, la única aceleradora de negocios en México enfocada a la mujer. Es quien parece aportar menos al programa. Funciona como el punto de equilibrio con los otros tiburones. 
Carlos Bremer. Presidente del consejo de Value Grupo Financiero, el grupo no bancario con mayor crecimiento y rentabilidad en los últimos años en el Sistema Financiero Nacional. Un señor con una personalidad muy picante y natural que sin embargo ha demostrado más afabilidad que el resto durante sus negociaciones en el programa. 
Rodrigo Herrera Aspra. Director General Genomma Lab. Un tipo que se desenvuelve de manera excelente y hasta ahora parece ser la voz de la razón del panel. 


De entrada, lo más interesante de “Shark Tank México” es que los protagonistas no son cantantes, bailarines o personalidades de la farándula. Aquí vemos a grandes monstruos empresariales tratar con principiantes. En pocas palabras, se trata de verdaderos millonarios poniendo en escrutinio a simples personas que quieren hacer crecer su negocio, a veces el plan es viable y a veces no, pero lo cierto es que definitivamente la posibilidad de pararse ahí ante ellos y hacer el trato de sus vidas ya es una ventaja enorme que minimiza el hecho de poder “quemarse” en televisión. Aquí no son audiciones para cantar todos los domingos y a ver si alguien les quiere hacer una carrera. Aquí hablamos de dinero tangible. Aquí vemos como se cierran tratos de millones de pesos.


El programa representa una gran diferencia con otros reality shows porque es realizado con buen gusto tanto en su manufactura como en sus contenidos. Al verlo sabes que estás ante algo sumamente inteligente y creativo aunque no es necesario conocer a fondo el mundo de los negocios para que también te resulte increíblemente divertido.


Las personalidades del panel de “tiburones” son otro de los puntos a destacar. Todos con cierto colmillo, algunos más patanes que otros, pero definitivamente parecen estar ahí por algo y muchas veces la interacción entre ellos es lo que sostiene al programa. Son duros con los participantes pero no se ve forzado, algunas veces como espectador te das cuenta de que el negocio o producto presentado es un verdadero farol y lo único que puedes hacer es retorcerte de pena ajena cuando los participantes no tienen idea de cómo responder a sus cuestionamientos.


Y estos cuestionamientos son directos y sin pudor, tal vez como sería en una negociación sin una cámara de por medio, pero a pesar de ello lo más curioso de todo es que el programa resulta sencillo y natural. No se trata de personas implacables queriendo parecer jueces de hierro sino de verdaderos millonarios tratando de desenvolverse en un programa de televisión, algunos mejor que otros y a veces con un resultado muy gracioso, pero ahora si literalmente es “parte del show” y eso realmente se agradece.


“Shark Tank México” es una de esas producciones rescatables que puedes encontrarte en la televisión nacional. Tiene un horario pésimo, pero un formato que vale mucho la pena y sobre todo una naturalidad que es muy escasa en programas de este corte. Lo puedes ver en el desafortunado horario anteriormente mencionado o en la propia página web de Canal Sony.

“Batman v Superman: Edición Definitiva”. La peculiar versión que no viste en cines.


En el mes de marzo se estrenó uno de los blockbusters más esperados de este 2016. Una película que reunía por primera vez en la gran pantalla a los dos héroes más emblemáticos de DC Comics. “Batman v Superman: Dawn of Justice” servía como secuela a la previa película de Superman en solitario “Man of Steel” y además planteaba el inicio de un universo cinematográfico con más adaptaciones de personajes del universo DC que estaremos viendo los próximos años. Igualmente fue la semilla de dos películas de “La liga de la justicia”, las cuales comenzarán a estrenarse el próximo año como una secuela directa a los acontecimientos sucedidos en “Batman v Superman”.


Todos estos planes se comenzaron a tambalear de algún modo cuando la película llegó a los cines y de pronto la fustigación empezó. La cinta de Zack Snyder no vivió para las expectativas que puso en el gran público por más de un año tras anunciarse la realización de este proyecto. Si bien un amplio sector de fanáticos apoyó la cinta y la consideró como una buena base para el universo que siguen intentando construir, a la crítica y la audiencia generalista no les gustó esta versión oscura, forzada y hasta cierto punto inentendible de los personajes de DC.


El gran problema de la cinta que vimos en los cines en realidad tiene nombre y apellido: Zack Snyder. El director de muy entretenidas películas como “300” y “El amanecer de los muertos” se ha pasado con soberbia al mundo de los superhéroes nihilistas y moralmente ambiguos. De entrada, la visión adulta y oscura de este director choca bastante con lo que hemos estado acostumbrados a ver en este tipo de cine. Snyder retoma a personajes clásicos y los vuelve insoportables. Borra prácticamente todo rastro de empatía con el espectador en un fallido y pretencioso intento de volverlos humanos e imperfectos. Y esta visión al menos sería viable de algún modo si existiera un guion que justificara lo que Snyder intenta contar, pero simplemente no es su fuerte. Zack Snyder es un tipo que dirige escenas de acción espectaculares y que sabe hacer muy bonitas escenas en forma de videoclips y trailers de videojuegos, pero a la hora de hacer cine como tal y llevar una historia a buen puerto se queda muy corto. Eso es lo que hizo la diferencia con algunas de sus primeras películas como “Watchmen”, que funcionaron relativamente mejor porque solamente se encargaba de la dirección dejando las labores de la historia a alguien más y otras como la muy fallida “Sucker Punch”, la cual se decidió a escribir y producir el mismo. En este nuevo universo multimillonario del cual también es productor y estaba metido de lleno en su desarrollo creativo, Snyder tuvo la clara visión de que al haber leído miles de comics también podía escribir una película de ese modo.


“Batman v Superman” tuvo un guion pobre y hasta podemos decir grotesco en algunos momentos. Sus desesperados intentos de incluir brevemente personajes y situaciones de las próximas películas la hicieron aún más incomprensible y soberbia, e incluso la edición no parecía tener mucho sentido para sus más de dos horas de duración. Es este último punto el que Warner parece haber entendido bien, pues poco tiempo después de su lanzamiento en cines se anunció que un nuevo corte de la película vería la luz en video y versión digital.


Esta semana se estrenó en plataformas digitales “Batman v Superman: El origen de la justicia (Edición Definitiva)”, una versión de la película con más de 30 minutos de escenas completamente nuevas y una mejor edición que pretende arreglar muchos de los elementos fallidos que vimos en el cine.


¿Consigue arreglar este nuevo corte la película que vimos en cines? Lo hace. Si nos centramos puramente en la historia que nos quieren contar, definitivamente esto adquiere lógica narrativa y se vuelve una versión más disfrutable.


¿Esta nueva versión convierte a “Batman v Superman” en una buena película? No lo hace, pero sabemos que la mercadotecnia es muy poderosa y este representa el último intento de Warner por reivindicar a su niño bonito del 2016 de cara a las incontables secuelas que veremos en los próximos años. Así que como curiosidad no está de más poner sobre la mesa cuáles son esas destacadas novedades y diferencias de esta edición definitiva: (Leves spoilers) 
En este nuevo corte vemos de mejor manera como Lex Luthor es el villano definitivo detrás de la película. Entendemos mejor como maneja los hilos detrás de todos los acontecimientos a pesar de que sigue siendo la figura patética que deliberadamente nos mostraron en el cine. 
Hay una subtrama entera donde vemos con más detalle a Lois Lane investigando la matanza en Kenya sucedida al principio de la película en medio de una gran conspiración. Esta parece la mejor aportación de esta nueva versión. 
La rivalidad entre Batman y Superman queda más clara. Conocemos mejor la visión que tienen el uno del otro y por qué representan mutuamente un peligro que debe ser detenido a toda costa. 
Confirmamos que el infiltrado de la CIA asesinado en la escena de Kenya es Jimmy Olsen, reportero y fiel compañero de Clark y Lois en todas las anteriores adaptaciones del comic. Aparentemente reducirlo a un infiltrado y asesinarlo a sangre fría hizo las delicias para Zack Snyder, muy acorde a su visión comiquera y pesimista del siglo 21. 
Se incorpora la actriz Jena Malone (Sucker Punch) en el papel de Jenet Klyburn. Aparece en dos escenas insignificantes en las cuales ayuda a Lois Lane en su investigación. 
Vemos muchas nuevas escenas con el buen Laurence Fishburne, interpretando al jefe del Daily Planet Perry White, en una versión en la cual la ética periodística no le importa demasiado. 
Nos es dejado bien en claro el rol de Batman como un despiadado asesino cuando nos convertimos en testigos de cómo manda a asesinar a un criminal en la prisión. A nadie debe de extrañar la polémica que han suscitado estas versiones de los personajes. 
Tenemos alguna escena por aquí y por allá en la cual vemos de mejor manera al reparto de secundarios. 


Esta nueva versión representa una película mucho mejor hilada argumentalmente, pero fuera de ello todos esos fallos que vimos en los cines definitivamente siguen ahí presentes y te deja en claro que lo que está mal de raíz no puede ser solucionado con un nuevo montaje cinematográfico.


Si te interesa conocer todas esta nuevas aportaciones, “Batman v Superman: El origen de la justicia (Edición Definitiva)” se encuentra ya disponible para ser comprada en plataformas digitales como Google Play y este 19 de julio podrás adquirirla físicamente en tiendas departamentales y especializadas.

A seis meses de la partida del legendario David Bowie


El 10 de enero de este año se apagó la luz de una de las figuras más influyentes del rock internacional. Describir en apenas unas líneas el legado artístico y musical que Bowie deja detrás podría resultar ofensivo incluso para quien escribe esto, pero es posible al menos tratar de poner en perspectiva quien fue este hombre y por qué debemos recordarlo.


Un cáncer de hígado terminó con la vida de David Robert Jones, mejor conocido como David Bowie, hace hoy 6 meses, solamente dos días después de su cumpleaños número 69 y dejando como legado final “Blackstar”, un álbum oscuro y agridulce que marca su despedida y consolidación como una “estrella negra” que siempre intentó diferenciarse del resto.


Pero hoy no quiero escribir sobre su muerte, quiero hacerlo sobre su vida. 6 meses han sido más que suficientes para comprender que no podemos recordar a esta persona solo por el momento de su muerte e ignorar todo el cumulo de legados y experiencias que nos regaló por más de 5 décadas.


Musicalmente Bowie grabó 28 álbumes de estudio, 3 soundtracks y lanzó más de 50 álbumes recopilatorios y en directo. Participó en 49 videoclips de sus canciones, los cuales ahora son parte elemental de la cultura pop del siglo 20. Colaboró con personajes como Mick Jagger, Tina Turner, Queen, Marc Bolan, Bing Crosby y Trent Reznor.


Como productor musical (algo en lo que usualmente no se le da mucho crédito) hizo resurgir de las cenizas las carreras de sus amigos Iggy Pop y Lou Reed, además de impulsar al grupo Mott The Hoople regalándoles la emblemática canción “All the Young Dudes”.


Como actor, Bowie participó en más de una docena de películas, entre las que se incluyen las míticas “Labyrinth” y “The Man Who Fell to Earth”. Se dio el lujo de ser dirigido por pesos pesados como Martin Scorsese, David Lynch, Christopher Nolan y Nagisa Ōshima. Participó en casi una decena de obras de teatro y produjo otras tantas, como lo es “Lazarus”, la representación teatral que dejó al momento de su muerte.


En el mundo de la moda y la cultura popular, Bowie es tran trascendente como lo es musicalmente.


Un hombre fanático de Little Richard que intentó y fracasó muchas veces durante su juventud en su lucha por alcanzar el éxito. Algo que por fin le llegó a finales de los 60s y principios de los 70s. Aquella figura que de pronto apareció un día de 1972 en la televisión británica entonando “Starman” desafiaba los límites de lo que debería ser un artista pop por aquellos tiempos. Con un afiladísimo colmillo mercadológico y una visión artística que se encontraba adelantada increíblemente a su tiempo, Bowie supo construirse una carrera hasta conquistar el mundo con su arte.


Ese chico cabello de zanahoria, con sus peculiares trajes, conceptos y performances que influyeron directamente sobre la carrera de incontables artistas. El chico promiscuo y de sexualidad relajada que de pronto fue tragado por ese monstruo llamado “fama” y se vio obligado a luchar por su vida desde la boca de este. Durante su etapa glam se convertía en el escenario en “Ziggy Stardust”, un extraterrestre venido de Marte que llegaba a la tierra a repartir rock & roll y boogie, y cuyo ascenso y caída serían relatados en el álbum conceptual que lo lanzó definitivamente al estrellato “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars”. Este concepto extraterrestre se convirtió posteriormente en “Aladdin Sane”, una especie de versión estadounidense del personaje que sería utilizada en el álbum homónimo de 1973.


Bowie se convirtió después en “The Thin White Duke”, un oscuro catrín que reflejaba la lucha interna de Bowie con su adicción a la cocaína y su deseo de llevar las cosas al límite artísticamente con álbumes como el innovador “Station to Station”.


Los deseos de reinventarse musicalmente lo llevarían a Berlín a hacer una trilogía en la que colaboró con el artista de música ambiental Brian Eno. Esta etapa mostraba a un Bowie que crecía musicalmente. Su esfuerzo por permanecer limpio de drogas y realizar algo diferente en aquellos tiempos queda reflejado en una emblemática trilogía de discos compuesta por “Low”, “Heroes” y “Lodger”. La canción que da título al álbum meridiano de esta trilogía es ciertamente un icono para muchos de sus fanáticos alrededor del mundo.


Durante los 80s conoceríamos al David Bowie más netamente comercial de su carrera. De pronto, con la llegada del exitoso álbum “Let’s Dance”, veríamos a un Bowie más pop y convencional sobre los escenarios. Podríamos verlo cantar con Tina Turner mientras tomaba una Pepsi y aun así sabríamos que ese era el Bowie que se destacó precisamente por innovar brutalmente una década antes. Eventualmente sus discos dejaron de destacar lo suficiente y ese fue el momento en que Bowie se dio cuenta que era momento de reinventarse una vez más. Posteriormente se reiría del hecho mencionando a esta parte de los 80s como “su etapa Phil Collins”.


Tras continuar con discos más personales y discretos, Bowie se embarcaría en los 90s en un viaje de rock industrial y poco convencional que lo harían diferenciarse aún más de sus anteriores etapas. Fue el disco “Earthling” en el que comenzó a colaborar con Trent Reznor, líder del grupo Nine Inch Nails, en un cruce generacional que dividió a sobremanera a sus fanáticos.


Bowie continuó con discos más orgánicos como “Hours”, en los cuales realizaba la música que a él le interesaba hacer en ese momento, dejando de guiarse por alguna corriente o temática en específico. Lo hizo así hasta 2004, año en el que sufrió un infarto que casi le cuesta la vida.


Pasaron 9 años tras los cuales el mundo asumió que Bowie se había retirado para siempre hasta que en 2013 Bowie sorprendió al mundo con “The Next Day”, un álbum en el cual tomaba como concepto el presente/futuro y narraba la lucha entre el poder dejar atrás ese pasado y el moverse hacia adelante como artista.


“Blackstar”, su vigésimo quinto y último álbum, vio la luz el 8 de enero de 2016, el día de su cumpleaños número 69 y apenas dos días antes de su muerte. Esta obra final fue compuesta por Bowie con la latente posibilidad de que sería su despedida. Y así fue.


David Bowie fue un artista monumental que deja una lección valiosa y clara para aquellos que conocen lo que fue como artífice en sus distintas etapas y encarnaciones. Ese valor de la reinvención -laboral, artística, personal- está presente en todo lo que fue Bowie en vida. Su prolífica carrera solo es equiparable al mensaje de su música. Memorable es su manera de salir al mundo como un ser virtualmente inadaptado, arriesgado y libre de ataduras que supo hacer precisamente de esas características sus instrumentos primordiales para diferenciarse y triunfar. Unido a eso, su inquietud latente de llevar todo un paso más allá fue lo que marcó la diferencia entre lo que Bowie pudo haber sido y lo que fue.


Como Bowie aconsejó en el documental Inspirations de 1997 “Si te sientes seguro en el área en la cual trabajas, entonces no estás trabajando en el área correcta. Siempre ve un poco más profundo en el agua de lo que te sientes capaz de estar. Ve un poco más profundo en ti mismo. Cuando sientas que tus pies estén tocando el fondo, entonces estás en el lugar correcto para hacer algo emocionante”


Larga vida a David Bowie (1947-2016… y el legado continúa).

El largo camino de Peter Gabriel. A 30 años del álbum “So”


Jack Ma, uno de los emprendedores más importantes en China, habla en un famoso video viral sobre la vital importancia de admirar a alguien antes de cumplir los 30 años y de forjar lo que seremos en el futuro. Admirar a alguien, más que decir lo que somos, dice lo que aspiramos a ser. Cada tanto tiempo y bajo la particular –o egoísta- percepción de cada individuo se mencionan a personajes que han cambiado el mundo, desde un Winston Churchill en la política a un Steve Jobs en lo que respecta a empresarios innovadores.


Está ese otro tipo de admiración. Una más íntima y personal dirigida hacia individuos que no han cambiado el mundo pero sí que han cambiado el nuestro como tal.


Y finalmente, hay un tercer tipo de admiración. Una mezcla intermedia de las dos anteriores. En esta admiramos a personajes que han sabido labrarse su camino. No sabemos cuánto han cambiado el mundo o afectado el curso de la historia (aunque tienen una gran importancia en algún área de ella) pero definitivamente han afectado el curso de nuestra historia personal, inspirándonos de algún modo.


Hoy quiero escribir sobre admiración. Quiero utilizar como mero pretexto el aniversario número 30 del mítico álbum “So” de 1986. Quiero escribir sobre historias humanas de éxito, de las netas. Quiero escribir sobre Peter Gabriel.


Nacido en 1950 en Chobham, Surrey, Reino Unido, la historia de Peter Brian Gabriel en el rock internacional es algo intrincada y digna de conocerse a fondo. No podríamos hablar sobre ella sin mencionar una de las etapas más importantes de su carrera. La que dio origen a esta y cuya finalización también marcó el rumbo que seguiría Peter como tal: Su estancia en el famoso grupo británico Genesis.


Gabriel forma el grupo de rock progresivo Genesis en 1967 junto a sus compañeros de secundaria Tony Banks, Mike Rutherford, Anthony Phillips y Chris Stewart. Tras una serie de cambios naturales en el grupo, la formación clásica queda compuesta por Tony Banks (teclados), Mike Rutherford (bajo y guitarras), Steve Hackett (guitarra líder), el virtuoso Phil Collins (batería y percusión) y Gabriel (voz y flauta).


Los entendidos del grupo Genesis sabrán que su historia se divide en dos definitorias etapas, la primera de ellas abarcando de 1970 a 1975 con Gabriel al frente. Aquella etapa causó conmoción en diversos países de Europa, no solo por su increíble calidad musical -que a gusto de quien escribe representa perfectamente lo que es el rock progresivo-, sino por los bizarros performances protagonizados por un joven y rebelde Peter Gabriel, que ansiaba darse a notar a toda costa.


Inspirado por el surgimiento de un excéntrico joven de nombre David Bowie, Gabriel empezó a llevar el nivel bizarro de sus presentaciones al siguiente nivel con personajes que incluían a Britannia (una especie de parodia nacional del Reino Unido), Rael (un joven punk puertorriqueño con ansias de triunfo) y Slipperman (una grotesca criatura de la que casi no se encuentra material en la actualidad). Inspirado por el teatro del absurdo y el surrealismo propio de la época, Gabriel encabezaba alocadas presentaciones. Algunas veces estos personajes tenían coherencia dentro de la historia de la música pero otras veces simplemente estaban insertadas para provocar. Durante esta etapa, en algún momento Gabriel se afeitó toda la parte frontal de la cabeza y en algún concierto tomó prestado un vestido rojo de su entonces esposa y se puso una máscara de zorro para salir al escenario, convirtiendo el momento en algo emblemático y que se ha quedado para la eternidad. Todo ello nos habla de un tipo con las pretensiones de provocar artísticamente, de alguien tratando de encontrarse a sí mismo a través de sus creaciones en una época en la que lo excedido y las sorpresas eran el día a día.


La rebeldía (y tal vez arrogancia) de un joven Peter Gabriel quedaría reflejada en muchas de sus letras. “Dime que mi vida está a punto de comenzar. Dime que soy tu héroe. Prométeme todos tus sueños violentos. Ilumina tu cuerpo con furia” canta Gabriel en la canción “The Knife”, perteneciente al álbum “Trespass” de 1970.


Participando activamente en la dirección creativa del grupo, las rencillas no se hicieron esperar y tras un tiempo de trabajo en un ambiente algo hostil, en 1974 llegaría el último álbum de Genesis con Gabriel al frente: El espectacular “The Lamb Lies Down on Broadway”, un álbum conceptual que narra el viaje de Rael, un joven puertorriqueño que intenta probar suerte en una Nueva York confusa e irreal, haciendo una alegoría al propio viaje de autodescubrimiento al que Gabriel se sometía en esos momentos. Con poderosas melodías de rock progresivo, “The Lamb Lies Down on Broadway” representa el fin de Gabriel en Genesis. El álbum fue admirado por un cierto sector de la crítica, no solo por el nivel interpretativo del grupo en general sino por el verdadero valor artístico y conceptual del álbum, mientras que fue vapuleado por otro sector, incluidos sus entonces compañeros, quienes se oponían a la dirección en la que Gabriel intentaba llevar al grupo. Estas rencillas internas más el embarazo de la entonces esposa de Gabriel hicieron crecer más la crisis cuando el grupo se encontraba probablemente en uno de sus mejores momentos. Ese fue el punto de inflexión para el Peter Gabriel que hoy conocemos. Podría haber seguido en Genesis, haber cedido a las peticiones de sus compañeros de seguir un camino más convencional y convertirse en otro de los tantos rockstars con vidas complicadas y llenas de exceso que conocemos y admiramos. En su lugar, decidió abandonar el grupo y comenzar de cero en un ambiente artístico en donde no había garantía de nada.


Esa es la historia básica de la primera etapa de Genesis. La artística y trascendental. La que tuvo a Peter Gabriel al frente. La segunda etapa es la que es reconocida por el gran público. Esa en la que el virtuoso baterista Phil Collins de pronto descubrió tener una buena voz y entró al quite sustituyendo a Gabriel como vocalista y convirtiendo al grupo en un trio completado por Rutherford y Banks. Sin Gabriel, el grupo se sostuvo con bastante clase por un par de años hasta que llegó el pastiche los 80s y el Genesis que había marcado la historia del rock progresivo terminó convirtiéndose en algo popular, accesible y feliz que llenó estadios hasta el cansancio. Esa es otra historia.


Gabriel, por su lado, comenzó una carrera como solista en la que empezó a darse a notar poco a poco. Fuera de Genesis, escribió “Solsbury Hill”, una entrañable y esperanzadora canción en la cual narraba su sentir tras dejar el grupo y embarcarse en un viaje de incertidumbre. “Me sentí parte del decorado. Salí de aquella maquinaria… Observado por vacías siluetas que cierran sus ojos pero pueden ver. Nadie les enseñó normas de etiqueta. Les mostraré otro yo. Hoy no necesito que me sustituyan. Les mostraré lo que significa esta sonrisa en mi cara.” prometía Gabriel en la apacible canción que cerraba su primer álbum.


Estos primeros cuatro álbumes (todos llamados “Peter Gabriel”) tras dejar Genesis continuaban arrastrando muchas de las obsesiones experimentales que Gabriel desarrolló desde sus inicios como artista pero a la vez ofrecían contenido más accesible y lleno de espíritu, mostrando a un Gabriel reflexivo y contento con la vida. Gabriel comenzó a aparecer con una imagen totalmente sobria y alejada de sus personajes, mostrando quien era en realidad. No fue fácil forjarse un camino, sus ex compañeros vendían millones de discos y eran más populares que nunca. El camino de Gabriel fue distinto, uno difícil que no dio resultados inmediatos pero que si estuvo lleno de libertad creativa y genuinidad artística. “Yo tomé el viejo camino. El hombro hundido, a través de las aguas… Si los mares otra vez se calman y aun viven algunos, serán aquellos que dieron su isla para sobrevivir” canta Peter Gabriel en “Here Comes the Flood”, perteneciente también a su primer álbum homónimo.


“Cuando la noche aparece las señales crecen en los radios. Todas las cosas extrañas van y vienen como advertencias tempranas.” comienza cantando en “Here Comes the Flood”. Por aquel momento, un idealista Gabriel pensaba que las señales en los radios propagaban energía y las personas podrían establecer una conexión mental gracias a ella. Y esta energía no hacía más que crecer por la noche. Básicamente esto significa que si una noche llegas harto de tu trabajo o de como marcha tu vida y te quedas en tu carro escuchando música -Llámalo música popular, llámalo los Stones, llámalo Vivaldi- probablemente nos estamos comunicando entre nosotros y diciendonos “Todo estará bien hasta que termine la rola”. Pura empatía musical.


Gabriel comenzó a interesarse por las causas políticas y sociales creando la emblemática canción de protesta “Biko” en 1980, dedicada al activista político sudafricano Steven Biko, asesinado por la policía en 1977. Este interés por las causas sociales ha acompañado a Gabriel durante toda su carrera.


El éxito finalmente alcanzó a Peter Gabriel en 1986 con el muy importante álbum “So”, que en 2016 celebra 30 años de existencia. Reconocido como uno de los mejores álbumes de la historia por la revista Rolling Stone, “So” representa un primer acercamiento verdadero al gran público por parte de Gabriel, dejando de ser un “artista de culto” para convertirse en una estrella de la música. El resultado fue brutal. El álbum logro posicionarse en el número 1 por varias semanas en muchos países y recibió cinco discos de platino en los Estados Unidos.


El innovador videoclip del primer sencillo del álbum (y la canción más exitosa de Peter) “Sledgehammer” es hasta la fecha el video mas transmitido en la historia de MTV, además de tener el record de más premios para un solo video en los MTV Video Music Awards, llevándose 9 estatuillas.


Parecido a lo que hizo Paul Simon con “Graceland”, “So” es también una mezcla de ritmos africanos, pero a la vez agrega ritmos brasileños, funk, soul, música ambiental, rock y pop en una ecléctica mezcla que representa su obra más comercial y accesible. Aun así, una obra maestra fiel y adecuada a su esencia. De pronto, Gabriel empezaba a cantar sobre amor en la emblemática “In Your Eyes”, mandaba un mensaje inspirador a la gente en dificultades económicas con “Don’t give up” a dueto con Kate Bush y homenajeaba a la poetisa Anne Sexton con la increíble “Mercy Street”. Todas grandes canciones aderezadas con “Sledgehammer”, una canción bailable llena de poderoso funk que se convirtió en uno de los temas más emblemáticos de los 80s.


“So” es también el primer álbum de Peter en llevar un titulo. Es el primero de una trilogía compuesta por títulos cortos que sería continuada por el también fantástico “Us” en 1992 y terminada por el correcto “Up” en 2002. Gabriel, como el amante de la música que es, afirma que la portada del disco es más importante que el titulo en sí y por ende es vital no robarle mucho espacio.


Recordado por el artista excéntrico que fue como miembro de Genesis o por el corazón de su música como solista, la importancia del señor Peter Gabriel en la música es innegable. El camino que siguió apartándose de todos los preceptos que deberían seguirse según el “manual del rockero promedio” para poder desarrollarse creativamente y aun así ser una artista de éxito es una historia que no podemos contar con muchos otros personajes.


Gabriel es amante de la música. Sigue un marcado discurso de paz, más creíble y genuino que el de Lennon. Gabriel canta a la vida en todos sus aspectos, los bonitos y los que no lo son tanto. Canta al amor –de pareja, a la vida, a Dios-, a la comunicación interpersonal, a los desfavorecidos, a la gente que pasa por un mal momento. Su lirica está llena de empatía y eso es lo que regularmente promueve su música. El instrumento para lograrlo es simplemente calidad y fidelidad a sí mismo. Es el “niño bueno” del rock, la influencia positiva en medio de un mundo de excesos e insurrección que con el paso del tiempo se ha quedado obsoleta. La verdadera revolución mental a través de la música. Y es también el ejemplo perfecto de un renacer como artista del cual podemos tomar dos o tres ideas. En pocas palabras, Peter Gabriel hizo lo que se le pegó la gana y triunfó. Todo a su manera.


Tras más de 30 años, Gabriel se reunió con sus ex compañeros de Genesis en 2014 para el documental de la BBC “Genesis: Together and Apart”. Tras un par de risas y verdades salidas a la luz en el reencuentro, este es el mensaje que Gabriel mandó a sus seguidores:


“Nunca subestimes la diferencia que podrías llegar a hacer. En todo lo que he hecho, en cada etapa, he visto a personas que son mejores y más inteligentes que yo, y eso no me ha disuadido.


Esto es lo que le digo a la gente joven en todas partes: No te limites a ti mismo ni a tus expectativas. Si quieres hacer la diferencia, si quieres cambiar el mundo, todo está ahí…”

20 años de Trainspotting. La cinta de culto por excelencia.



“La heroína le ha robado a Renton su conducta sexual pero ahora esta regresa como una venganza.
Y así como la impotencia de esos días se desvanece en la memoria, una siniestra desesperación se aferra a su mente resquebrajada de sexo.
Su deseo post-droga, alimentado por el alcohol y las anfetaminas, recriminándolo despiadadamente con su único deseo insatisfecho.
Y así, Mark Renton se había enamorado.”



Cuando Irvine Welsh, autor de la novela homónima en la que se basa Trainspotting, vino a nuestro país a promover un libro mencionó una idea interesante: “Vivimos en una generación que se niega a crecer, a ser adultos”. Esa idea, es en gran manera, lo que está presente en la mayoría de su bibliografía.


“Trainspotting” la que es sin lugar a dudas su obra mas famosa, tuvo una adaptación cinematográfica en 1996 dirigida por el británico Danny Boyle. Hoy se cumplen 20 años de su estreno en los Estados Unidos y es importante recalcar la importancia de esta obra de culto y definitoria para toda una generación de cinéfilos.


Narra la historia del joven Mark Renton, su intento de renunciar a su adicción a la heroína y cómo esta afecta su relación con su familia y sus amigos: El fanático de Sean Connery Sick Boy, el intratable Spud, el psicópata Begbie, su novia Diane de 14 años de edad y el atleta Tommy, quien nunca ha tocado las drogas, pero no puede dejar de tener curiosidad acerca de ellas.


Con música de Iggy Pop, Lou Reed y New Order, Trainspotting constituye un viaje onírico y visual que muestra sin tapujos el mundo de las drogas a través de la vida de un par de jóvenes escoceses en plenos 80. Su discurso, su soundtrack y su elenco son una representación perfecta de la generación x.


La importancia de la película reside en la manera en que el tema de las drogas es retratado: De manera cruda y a base de humor negro. Conceptos como el desenfado y la apatía general en sus personajes son plasmados en todo momento de manera increíble.


Estas drogas se muestran como lo son: Un camino destructivo que lleva a sus personajes al infierno. Y este infierno es retratado de una manera brutal y libre de toda moralina, algo que con el tiempo la ha postrado en el lugar que se merece: Como uno de los grandes clásicos cinematográficos de las ultimas décadas.


20 años de Trainspotting. 20 años de Mark Renton. Nuestros amigos estarán de vuelta el próximo año con una secuela, también dirigida por Boyle. ¿Se habrán mantenido limpios estos 20 años? ¿Habrá encontrado Renton eso “nuevo” que tanto buscaba? Lo comprobaremos en 2017.

The Invitation. Inquietante y original propuesta de terror.


Will y Eden eran una pareja feliz hasta que perdieron a su hijo de manera trágica años atrás. Tras este suceso, Eden decide desaparecer de la noche a la mañana sin dar noticias. Pero un día Eden regresa a la ciudad. Se ha vuelto a casar y parece haber cambiado. En una noche oscura, ella y su nuevo marido invitan a Will a una cena.


Lo inquietante de esta película se refleja principalmente en lo que no vemos que sucede, pero tenemos la corazonada de que pasará, porque al fin y al cabo con todo y su planteamiento original y algo fuera de lo común, lo cierto es que estamos ante una película de terror ¿O no?


Filmada casi como una representación teatral, “The Invitation” nos hace testigos de conversaciones realistas y creíbles entre un puñado de personajes. Somos testigos de la relación entre un grupo de amigos que se reúne después de mucho tiempo para hablar de las usuales cosas banales y aparentemente inofensivas típicas de esas reuniones, pero al mismo tiempo somos testigos de que hay algo raro en el ambiente y esto aplica también para el protagonista de la película, quien deberá descubrir si sus anfitriones guardan planes terribles para ellos o si es solo víctima de su propia paranoia.


Con una narrativa interesante y distinta, “The invitation” es una memorable película de terror con la que deberás tener algo de paciencia, pues ahí recae su mayor virtud. Es uno de los estrenos más recientes de Netflix y puedes encontrarla ya en línea en la plataforma.

Una leyenda musical llamada Cat Stevens


Uno de los compositores y cantantes de folk más importantes de la cultura musical contemporánea. Nacido como Stephen Demetre Georgiou un 21 de julio de 1948, en Londres, Inglaterra, como el menor de tres hijos. Sus padres eran dueños de un restaurante. La familia vivía en un pequeño apartamento encima, donde Stevens aprendió a tocar el piano. El brillo, el glamour y la presencia cercana del teatro de West End representaron una fuerte influencia sobre el joven músico.


A pesar de que se le educó en casa con una fe ortodoxa griega, los padres de Stevens optaron por mandarlo a una escuela católica. La combinación de las dos influencias religiosas le ayudó a desarrollar una fuerte conciencia moral en su música.


A la edad de ocho años, los padres de Stevens se divorciaron, pero siguieron cohabitando. Incluso en medio de esta agitación en su vida, el joven siguió mostrando un talento natural para sus actividades artísticas. En 1963, con 15 años de edad, inspirado por los Beatles, convenció a su padre de que le comprara una guitarra. El adolescente comenzó rápidamente escribir y a tocar sus propias canciones.


En julio de 1964, mientras asistía a la Escuela de Arte de Hammersmith, Stevens hizo su debut en la música en un bar local. Esto lanzó su carrera de manera informal. Un año después, logró un contrato como compositor, y adoptó el nombre artístico de Cat Stevens.


Durante este período, vendió el hit “The First Cut is the Deepest” al cantante de soul P.P. Arnold . La canción fue un éxito instantáneo y posteriormente ha sido versionada por otros cantantes como Rod Stewart y Sheryl Crow. Un año después, a la edad de 18 años, Stevens pronto lanzó su primer álbum, Matthew & Son, el cual ayudó aún más a impulsar su carrera.


Aunque Stevens estaba empezando a experimentar cierto éxito como estrella del pop, el anhelaba grabar algunos de sus temas más experimentales. Su discográfica se negó, insistiendo en que Stevens había sido posicionado como una figura para atraer a un público adolescente y debía continuar en esa línea. Esto llevo al cantante a tener una fuerte depresión y a refugiarse en el alcohol. La tensión y su estilo de vida fiestera le cobraron factura en su salud ya que en 1968 se le diagnosticó tuberculosis. Un período de tres meses en el hospital le dio tiempo a Stevens para reflexionar y reevaluar su acercamiento a la vida.


Aunque Stevens había tenido cierto éxito en el extranjero, el lanzamiento en América del grandioso “Tea for the Tillerman” (1970) y el single “Wild World” convirtieron a Stevens en una verdadera estrella en los Estados Unidos. El álbum fue disco de oro y renovó el interés en sus discos anteriores, convirtiéndose en un creador de éxito.


“Ahora que te lo he dado todo dices que quieres empezar algo nuevo.

Y eso me está quebrando el corazón. Te vas. Estoy sufriendo.

Pero si te quieres ir ten cuidado. Espero que tengas un montón de cosas agradables que vestir, porque un montón de cosas se pueden poner feas allá afuera” cantaba Cat Stevens en “Wild World”, una conmovedora y triste canción de amor que retrata el dolor de un hombre que debe dejar a su amada irse y salir a un mundo peligroso y lleno de incertidumbre que hacía referencia a la propia lucha de Stevens, convertido ya en todo un rockstar a quien le había llegado la fama mundialmente, aunque había “algo” que le faltaba en su vida.


En el mismo álbum se incluye “Father and Son”, una bonita canción que se comprende de las sabias palabras que un padre dice a su hijo reflejando también la incertidumbre de la vida adulta y de todo lo que inevitablemente el hijo está por vivir “Mírame, yo soy viejo, pero estoy contento. Yo fui como tu, y sé que no es fácil. Con tranquilidad puedes encontrar lo que buscas pero tomate tu tiempo, piénsalo mucho, piensa en todo lo que tienes. Por ti estas cosas estarán aquí mañana, pero puede que tus sueños ya no” enuncia la letra.


Stevens experimentó posteriormente un éxito sin precedentes con hits omo “Peace Train”, “Morning Has Broken y la entrañable “Moon Shadow”. En 1972 graba el soundtrack de la película de culto “Harold and Maude”, dotando de gran corazón a una película ya de por si rebosante de vida.


“¿Sabes? El amor es mejor que una canción. El amor es a donde todos pertenecemos. Así que no seas tímido, simplemente deja que tus sentimientos rueden. No tengas miedo o nadie sabrá que estás ahí” dice Cat Stevens en la canción “Don’t Be Shy”, la cual abre la película en una tétrica escena llena de humor negro que de algún modo contrasta con la música amable y esperanzadora que Stevens regaló a la cinta. Esta extraña y encantadora mezcla que pareció rara a mucha gente en aquel momento se convirtió en uno de los proyectos más entrañables y adelantados a su tiempo que nos regaló la década de los 70’s.


Su siguiente álbum, Catch Bull at Four (1972), permaneció en la cima de las listas de popularidad por tres semanas, por lo que se convirtió en su más exitoso lanzamiento americano. Después de lanzar una exitosa recopilación de grandes éxitos en 1975, lanzó su décimo álbum, Izitso, que también fue disco de oro.


Alrededor de este tiempo, llegó un punto decisivo que definió su vida y carrera. Mientras nadaba, Stevens estuvo a punto de ahogarse. Frente a su muerte inminente Cat Stevens hizo una promesa: si la intervención divina podía salvarlo de ahogarse, Stevens dedicaría el resto de su vida a honrar a Dios. Según Stevens, una ola lo empujó a la costa como respuesta a sus oraciones. Poco después de este encuentro con su mortalidad, el hermano de Stevens le dio una copia del Corán como regalo de cumpleaños. Este impactó fuertemente su vida y lo hizo tomar una decisión crucial.


En 1977, Stevens se cambió el nombre a Yusuf Islam y se convirtió a la fe musulmana. Junto con su adhesión a su nueva religión, Steven decidió que ya no grabaría más música secular (música fuera de la religión) y dedicó las siguientes décadas de su vida a grabar música religiosa y tratar de hacer un mejor mundo desde la trinchera su fe.


Ese fue el retiro determinante de Cat Stevens en la cima de su éxito. Yusuf/Cat no volvió a grabar música secular hasta 2004. Desde entonces ha retomado su carrera fuera de la fe sosteniéndose en cierta nostalgia en lo que fue en el pasado pero definitivamente haciendo las delicias de un público ansioso por volver a escuchar sus grandes éxitos.


En 2014 es inducido al salón de la fama del rock & roll por Art Garfunkel. Yusuf/Cat aprovecha la ocasión para resaltar la satisfacción de haberse desviado del camino del rockero promedio y haber entregado su vida a su familia y a llevar una vida tranquila y espiritual.


Cat Stevens, el hombre con la peculiar característica de haber abandonado su carrera en pleno éxito para dedicarse a su fe. Tal vez un hecho inevitable y ese “algo” que le faltaba en su vida. Sus letras dejan reflejada esa quietud y paz poco común en la vida de excesos del rock. Pertenece a la generación que vio florecer la música de una manera increíblemente propositiva y llena de riqueza. Y así es su música. Stevens es el poseedor de la canción precisa para iluminar el día de cualquier persona y de hacerte saber que por más complicado, peligroso y lleno de incertidumbre que es este mundo en el que vivimos –hoy o en los 70’s- siempre hay un halo de perspectiva y esperanza, y este se encuentra en todas las pequeñas cosas que nos rodean, en lo más sencillo de la vida.


Stevens –como figura- se fue tan pronto como vino, pero su trabajo quedó disponible para la eternidad. Uno puede ser prolífico toda la vida y aun así cuestionar la relevancia de su trabajo. Para esta leyenda de la que hablamos fue suficiente laborar desde el corazón y entregar un trabajo musical honesto hasta que su propio llamado de vida se lo permitió. No son muchos los que pueden jactarse de eso, no solo en el ámbito musical sino en la vida diaria.

José Luis Perales y yo

Desde mi infancia, experimenté una dificultad constante al intentar encajar en cualquier lugar y con las cosas propias de mi época. En ese c...