Después de una noche de parranda, Maru (Karla Souza) queda embarazada de Renato (Ricardo Abarca), un joven inmaduro y desempleado con el que no tiene nada en común. Tras una serie de infortunios, estos dos extraños se ven obligados a congeniar por el bien de su futuro hijo.
El clásico contraste de clases sociales es uno de los temas más consumidos en todos los géneros del cine mexicano y esta película no es la excepción. La humilde madre de Renato, interpretada por una Mara Escalante que no se esfuerza mucho en diferenciarse de otro de sus más famosos personajes, es una representación perfecta de lo que hace funcionar a la película muy a su manera.
Por otro lado, tenemos al padre de Maru, interpretado por Jesús Ochoa, un político clasista de libro que remite a otros personajes del actor además de incontables personajes que hemos podido ver en las películas de terreno nacional por más de dos décadas.
Esta unión inesperada entre dos familias, la pobre y la rica, es lo que da vida a una comedia llena de chistes fáciles pero efectivos. La cinta destaca por carecer en buena parte de su duración de la cansina moralina que suele caracterizar al género, ofreciendo en su lugar personajes más honestos o directamente amorales en lo que respecta a casi todo su repertorio de secundarios.
La película no teme en caricaturizar tanto personajes como situaciones. Lo hace una y otra vez. Casi de manera descarada. Esto obliga a que no te la tomes muy en serio pero el problema es que es la propia película la que en determinado punto de la historia se contradice y cambia la jugada por “una bonita historia romántica”. Esa parte final de la película cae en los obligatorios lugares comunes del género y la hace perder bastante de lo que venía construyendo hasta ese momento.
En esencia, la película remite a ya clásicas comedias románticas anglosajonas como “Knocked Up” (2007), sólo que ajustando sus expectativas a un medio tan lastrado como lo es el cine nacional. Es esto en lo que destaca la película: Al compararla con algunas de esas predecesoras de las que bebe (y mucho) nos damos cuenta de que en realidad no tiene mucho qué pedirles ni en cuestión de guion ni en cuestión de manufactura. Sigue la misma vía de “chico conoce a chica, chico y chica se dan cuenta de que no tiene nada en común pero se verán obligados a estar juntos por razones ajenas a ello, y tal vez, finalmente surja el amor entre ellos”.
‘¿Qué culpa tiene el niño?’ es una comedia hilarante y que apega al sentimiento cuando se lo propone, pero que no ofrece nada nuevo. Es también un vehículo de lucimiento perfecto para la actriz Karla Souza, quien tras “Nosotros los nobles” ha sabido hacerse de una carrera importante dentro y fuera del país. Ambos elementos han hecho que la película haya funcionado excepcionalmente bien en taquilla y eso otorga la seguridad de que estaremos viendo muchos más de estos títulos, porque aparentemente esto es lo que quiere ver el público mexicano.
Recomendación: “Paradas Continuas” (2009) del mismo director. Una interesante y desenfadada coming-of-age con destacable soundtrack de Javier Gurruchaga y la orquesta Mondragon. Mejor desarrollo, menos pretensiones, más corazón y más honesta a sí misma… Sólo por comparar gratuitamente.
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