viernes, 31 de marzo de 2017

Paul Simon y la caricatura humana: De como la música redime ocasionalmente nuestras vidas.


Un hombre cruza la calle y dice “¿Por qué estoy tan suave en el medio ahora? –En el medio del cuerpo y en la mediana edad- ¿Por qué estoy tan suave en el medio ahora? El resto de mi vida es tan difícil. Necesito una oportunidad fotográfica. Quiero una oportunidad para redimirme. No quiero terminar como una caricatura en un cementerio de caricaturas…


Así comienza la canción “You can call me Al” de Paul Simon lanzada hace 30 años en un abril de 1986. Paul Simon salta a la fama durante los 60s junto a Art Garfunkel con el dueto de folk-rock “Simon & Garfunkel”. Con grandes éxitos como “America”, “The Boxer” y “The Sound of Silence” el dueto se convierte en parte fundamental de la contracultura americana y quedan considerados para la historia como el dueto más influyente de los 60s además de verdaderos iconos del folk y de lo que hoy conocemos como rock clásico. Tras exitosos álbumes como “Bookends” y “Bridge Over Troubled Water” el dueto se separa en 1971 en la cúspide de la fama, y la razón de ello es irónicamente el propio Paul Simon, quien tiene inquietudes en lanzar una carrera como solista.


Paul Simón se convierte en solista. Se pasa buena parte de los 70s/80s cosechando éxitos por aquí y por allá, aparece constantemente en el programa Saturday Night Live y se reúne con Art Garfunkel en algunas ocasiones –incluido el histórico concierto en el Central Park de Nueva York en 1981-. La parte más interesante de la carrera de este artista, sin embargo, comienza a mediados de los 80s. La gente para este entonces espera ver más a “Simon & Garfunkel” que a un Simon bien entrado en los 40s. Simon lanza el álbum “Hearts And Bones”, el cual resulta ser todo un fracaso que apenas alcanza el puesto 35 en las listas de popularidad. Para colmo, su matrimonio con la actriz Carrie Fisher también fracasa tras una duración de apenas 9 meses. Un Simon en plena depresión y crisis existencial decide lanzar un álbum diferente, uno que muestre lo que es en ese momento y hacia dónde se dirige su vida. No muy diferente a lo que hizo Peter Gabriel en su momento al dejar Genesis, Paul Simon va a contracorriente y regala a la industria lo que menos espera de él. En 1985 viaja a Sudafrica para grabar “Graceland”, un álbum que mezcla rock, pop y ritmos africanos en una inusual pero saludable mezcla de culturas que llegó incluso a causarle problemas con el gobierno sudafricano en el llamado Apartheid.


Como suele ocurrir cuando se llega a la mediana edad –incluso antes de ello, después de ello o básicamente a cualquier edad- llega ese momento en que todo parece tan básico y tan medido, como si nuestra vida fuera un guion escrito por otra persona en el cual lo único que podemos hacer es cuestionarnos a nosotros mismos. Somos jóvenes ¿Es vida beber todos los fines de semana? ¿Debo buscar una pareja estable? ¿Debo acostumbrarme a que todos esperen siempre lo mismo de mí? Somos adultos ¿Todo consiste en cambiar pañales y pagar hipotecas? ¿Mi vida consiste en comprar muebles y platicar sobre lo bien que se ven en mi casa? ¿Estoy haciendo lo correcto para llegar al lugar donde quiero estar? Entramos a los 40s y en adelante ¿Es este el lugar en el que quiero estar? ¿Es esto lo quiero hacer el resto de mi vida? ¿Es esto que veo en el espejo todo lo que llegaré a ser en la vida?


Con un álbum cínico e irónico pero a la vez amable y con un mensaje trascendental, este Simon cuarentón se convierte en una especie de Woody Allen musical que es capaz de burlarse de sí mismo a través de su música. Es capaz de aceptarse como la caricatura que representa en ese momento, tomar lo mejor de ello y lanzar un excelente álbum con la experiencia. Renace su carrera. Renace su vida. Renace el propio Paul Simon y somos testigo de ello a través de una grabación de apenas 43 minutos.


“Graceland” se lanza en agosto de 1986 convirtiéndose en uno de los álbumes más importantes de la historia, logrando una venta de más 16 millones de copias alrededor del mundo y recibiendo el título de Mejor Álbum del Año por parte de la revista Rolling Stone.


Simon continúa en You can call me Al: Un hombre cruza la calle y dice “¿Por qué estoy tan corto de atención? ¿Dónde está mi esposa y mi familia? ¿Qué tal si muero aquí? ¿Quién será mi modelo a seguir ahora que mi modelo a seguir se ha ido?” Canta un Simon perdido y asustado pero con una melodía llena de ritmo y trompetas que sugieren todo lo contrario. El cinismo amable de “You can call me Al” se ve reforzado visualmente con un simpático y hoy clásico video musical en el cual aparece el comediante Chevy Chase robándole todo el crédito al propio Paul Simon y evitando que cante su propia canción.


“Si tu fueras mi guardaespaldas, yo podría ser tu amigo perdido desde hace mucho tiempo. Podría llamarte Betty, y Betty, cuando me llames, podrías llamarme Al” canta Simon en el coro de la canción como haciendo las pases consigo mismo. Como creando dos personajes conflictuados que llegan a un acuerdo común para poder seguir viviendo juntos.


Con “Graceland”, la canción que le da título al álbum –y en sus propias palabras lo mejor que ha hecho en su carrera- Simon aborda su crisis desde otra perspectiva, una más seria y esperanzadora. Para ello utiliza el término “Graceland” (tierra de gracia) en tres diferentes áreas.


“El delta del Mississippi brillaba como una guitarra Nacional. Estoy siguiendo el río hacia la carretera a través de la cuna de la guerra civil. Voy a Graceland. En Memphis, Tennessee” refiriéndose no solo al famoso rancho de Elvis sino haciendo ilusión a la américa profunda, a la cultura que lo vio nacer.


“Voy a Graceland. Niños pobres y peregrinos con sus familias. Y vamos a Graceland.” Refiriéndose a Sudáfrica y lo que vio por primera vez en la tierra donde volvió a nacer tanto personal como musicalmente.


Finalmente, Simon habla de una tercera tierra de gracia. Este no es un lugar propiamente físico que se pueda encontrar en un mapa. “Y mi compañeros de viaje son fantasmas y bolsillos vacíos. Estoy mirando fantasmas y vacío pero tengo razones para creer que todos seremos recibidos en Graceland…” Tierra de gracia. La tierra prometida en vida. Su propia resurrección personal. La misma que espera para todos nosotros en algún punto de nuestra vida.


“Graceland”, la canción, además de incluir en el coro a los ídolos de Simon, The Everly Brothers, también se compone de un poderoso beat perdido apaciblemente entre una mezcla de culturas. Como el álbum y el intérprete en sí, habla de amor como tema primordial – del prójimo, de nosotros mismos, de la falta de este- “Y veo que perder el amor es como una ventana en tu corazón. Todo el mundo ve que estás hecho pedazos. Todo el mundo siente el soplido del viento.”


Paul Simon tiene 74 años actualmente, no podemos decir si sigue siendo el mismo hombrecillo bonachón que cayó y se levantó a mediados de los 80s, pero tal vez eso no sea importante. Se casó con la cantante Edie Brickell en 1992 y juntos tienen tres hijos. Musicalmente, Simon ha dejado un impresionante legado con “Simon & Garfunkel” y como solista. Es para muchos el cantautor más importante de los Estados Unidos – con el debido respeto de Dylan- y es un hombre que se mantiene activo con esa promesa que nos hace en las líneas finales de Graceland. “Y podría estar obligado a defender cada amor, cada final. O tal vez no haya ninguna obligación ahora. Tal vez tengo una razón para creer que todos seremos recibidos en Graceland”.

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