viernes, 31 de marzo de 2017

“Club de Cuervos” decae en un segundo año lleno de excesos


Antes de finalizar el 2016 se estrenó la segunda temporada de la primera serie producida por Netflix en español. Se trata de “Club de Cuervos”, una comedia dramática creada en nuestro país por Gaz Alasraki, director del hit cinematográfico de 2013 “Nosotros los Nobles”.


La trama de esta popular serie se ubica en la ciudad ficticia de Nuevo Toledo y se centra en el club Cuervos, un equipo de fútbol que enfrenta una crisis de identidad tras la muerte de su dueño, Salvador Iglesias Sr. El hijo, “Chava”(Luis Gerardo Méndez), es rápidamente elegido para asumir el papel de nuevo presidente, a pesar de que su hermana Isabel (Mariaña Treviño) se considera más adecuada para dirigir el equipo. Isabel está resentida de Chava y su posición como líder, y promete hacer todo lo posible para tomar su lugar como presidente. Chava, cuya visión es transformar al equipo en el “Real Madrid de América Latina”, pronto demuestra ser un pésimo líder y a menudo enfurece a la gente a su alrededor por sus osadas ocurrencias. La serie explora también la vida de los jugadores en el equipo y el muchas veces “sucio” ambiente del fútbol mexicano.


“Club de Cuervos” en su primer año comenzó como una hilarante comedia llena de detalles que fue evolucionando hasta lograr unos episodios finales realmente destacados en los que las risas se mezclaron finalmente con el interesante drama entre la apretada y lastimera historia de rivalidad entre dos hermanos en busca de poder.


De entrada la segunda temporada cambia la jugada tras el final de la temporada anterior, con Isabel asumiendo el mando del equipo y un “Chava” desterrado de Nuevo Toledo, de quien no sabemos mucho en los primeros episodios de la temporada. El actor Luis Gerardo Méndez venía aun muy fresco del éxito de protagonizar “Nosotros los Nobles” y tanto la similitud de “Chava” con el famoso “Javi Noble” como la increíble capacidad para crear momentos hilarantes del actor fueron factores que hicieron que el se robara ese primer año y se convirtiera el elemento principal que puso la serie en el gusto del publico. Por ello es por lo menos destacable que hayan decidido prescindir inicialmente del personaje para enfocarse en la nueva dinámica del equipo con Isabel a bordo. Esto dotó de un aire distinto a la serie, el gran problema es que la historia en general se queda corta ante un horizonte con muchas nuevas posibilidades que han resultado desaprovechadas. “Chava” regresa a partir del tercer episodio como un personaje más siniestro pero igualmente caótico. Si bien se siente un esfuerzo por continuar ofreciendo algo distinto en lo que respecta a la historia de los dos hermanos, no hay muchos más elementos que justifiquen la realización de otra temporada.


Se nota un cambio creativo respecto al año pasado. Gaz Alazraki se encargó de dirigir 12 de los 13 episodios que conformaban el primer año, mientras que para este dirige solo 3 de los 10. La razón de esto, según el propio Alazraki, es que si quería que la serie creciera tenía que dejarla en manos de otras personas que le dieran nueva vida. El resultado de esto es una composición narrativa notoriamente distinta, con algunos episodios enfocados en personajes específicos, un claro intento de permitir darle brillo a todos el reparto y explorar otros aspectos de la historia. Lo malo del asunto es que con ello logran diluir increíblemente a la mayoría de los personajes secundarios, haciendo que gran parte de ellos estén ahí por estar a lo largo de toda la temporada.


El humor es otro elemento diferenciador en este segundo año, y me temo que no para bien. La primera temporada tenia un humor que, si bien no pretendía transformar demasiado la comedia, si lograba una identidad propia y aseguraba risas bastante conseguidas que se sustentaban en la manera en que estaban definidos los personajes para encajar en las tramas. Esta vez el humor es bastante más burdo, algo que se nota especialmente en más de un personaje de reparto, quienes apenas aparecen en un par de escenas insignificantes para la trama con el único propósito de hacer reír, prácticamente como lo haría un sketch de cualquier ridículo programa nacional.

El humor se vuelve realmente grotesco, lo cual no representaría ningún inconveniente si hubiera al menos una argumento que lo sustentara, pero aquí se nota como está metido como calzador. Esta temporada el humor se siente completamente forzado y hasta obvio en sus intenciones.


Los personajes de algún modo siguen siendo interesantes, presentándonos individuos identificables que en su búsqueda deleznable de poder no se acuerdan mucho de la moral y la ética. Isabel tiene un crecimiento este año y nos permite ver otros aspectos de ella, aunque eventualmente los excesos de este segundo año envuelven al personaje y se convierte en un mar de clichés pertenecientes a cualquier película deportiva aspiracional y que aquí, en una serie que no parece encontrar el tono equilibrado entre drama y comedia, se ve ven fuera de lugar. Chava pierde en gran medida esa caricaturización que lo caracterizaba en la primera temporada y se vuelve una especie de villano insoportable que definitivamente le quita mucho encanto. El actor Luis Gerardo Méndez (que incluso dirige un episodio) tampoco parece ponerle el mismo empeño al personaje este año, repitiendo los mismos vicios del año pasado en un “Chava” aún más básico y menos trabajado.


Punto aparece merece la trama de la paternidad de un bebe, la cual parece salida de cualquier telenovela de Televisa y ofrece una conclusión es realmente nefasta, si bien esta punto negro en la historia ya estaba muy presente en la primera temporada.


Uno puede pensar que el hecho de que Gaz Alasraki se haya desligado de esa forma del proyecto es lo que lo llevó un poco a este momento de perdición (uno de los episodios que dirige esta temporada tiene bastante clase) pero los dos últimos capítulos de la temporada nos demuestran lo contrario, pues regresa a dirigirlos y simplemente nos queda una temporada insalvable con deficiente desarrollo y tramas que no van a ningún lado, las cual el hombre que les dio vida de origen simplemente decide retomar demasiado tarde.


En resumen, tal vez tenemos una dinámica diferente este año y un intento por explorar la historia de otras maneras, pero al final todo se siente como un “quiero y no puedo”. El problema principal no es que demasiada gente haya metido las manos en la serie, uno se puede dar cuenta como la historia ya se les acabó y esto que queda son solo restos de algo que esperaban hacer crecer y que al final han fallado en lograr.

Club de Cuervos disminuye su interés y calidad de un salto agigantado este año convirtiéndose en una serie con poco que aportar. Lo que sí es de destacar enormemente es la campaña de publicidad que utilizaron. Sin duda el tener a Netflix detrás, unido a creativos que saben cómo vender bien su producto es algo que hace que el fenómeno continúe y que ya les ha garantizado la realización de una tercera temporada.


El final de esta nueva temporada abre puertas que seguro darán mucho juego de cara a la tercera. Habrá que echarle otro vistazo para ver si corrige el rumbo, por lo pronto la curiosidad por ver si lo logra es nula.

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